Monsieur de Villefort. Derecho, historia y cultura (blog)

En el año 2020, en plena pandemia de COVID-19, con apenas mes y medio de diferencia, fallecían dos grandes historiadores españoles a consecuencia de dicha enfermedad: Miguel Artola Gallego y Carlos Seco Serrano. Curiosamente, las vidas de ambos tienen muchos puntos en común. Los dos nacieron el mismo año, 1923 (Artola el 12 de julio y Seco el 14 de noviembre), por lo que este año se conmemora el centenario de sus nacimientos; los dos tuvieron como maestro al gran Ciriaco Pérez Bustamante (aunque en el caso de Seco quien dejó más huella fue quizá otro gran maestro de historiadores, Jesús Pabón); ambos se especializaron en la historia contemporánea y sus nombres coincidieron en la gran empresa que fue la revitalización en los años cincuenta de la Biblioteca de Autores Españoles (el gran empeño iniciado en el siglo XIX por Manuel Rivadeneyra) donde Artola se encargó del estudio preliminar y la edición de las obras de Jovellanos (continuando la recopilación que en el siglo anterior hiciera Cándido Nocedal, el antiguo progresista que evolucionó hacia el carlismo), Seco se encargó del estudio preliminar y la edición de las Memorias de Godoy así como de las obras de Francisco Martínez de la Rosa, Mariano José de Larra y Ramón de Mesonero Romanos, auténticas joyas con las que tuve la suerte de poder hacerme en mis peregrinajes por las librerías de ocasión. Por coincidir coincidieron hasta en la monumental Historia de España iniciada por Ramón Menéndez Pidal y continuada por José María Jover Zamora. Artola es el responsable del volumen dedicado a la España de Fernando VII, que (sorpresa, sorpresa cuenta con un prólogo de Carlos Seco Serrano), mientras que Seco fue el responsable, junto con el malogrado Javier Tusell, de la España de Alfonso XIII.

La editorial Urgoiti acaba de lanzar al mercado, dentro de su colección “Historiadores” un breve libro de Miguel Artola titulado De la ilustración al liberalismo. Jovellanos y Argüelles. En realidad, el trabajo no es inédito, sino una recopilación de dos trabajos del gran historiador donostiarra que, aun cuando ligados materialmente por la temática, cronológicamente están separados por un océano de cuarenta y cuatro primaveras. El primero de ellos, “Vida y pensamiento de Gaspar Melchor de Jovellanos” no es otra cosa que el amplio estudio preliminar que Artola antepuso en 1956 al Tomo LXXXV de la Biblioteca de Autores Españoles, el tercero (los dos primeros fueron los editados por Nocedal en el siglo XIX) de los que la colección dedicó al político y jurista gijonés. El segundo, el estudio preliminar al Examen histórico de la reforma constitucional en España en la edición de 1999 dentro de la colección “Clásicos Asturianos del Pensamiento Político”. Como se indica en la nota editorial, el propio Artola en un artículo publicado en el año 2000 ligó ambos trabajos, que le permitían así bucear en los orígenes del pensamiento político que sirvió de base para la revolución española que se produjo en 1808-1812 a raíz de la invasión de nuestro país por las tropas francesas.

El libro cuenta, además, con un luminoso estudio preliminar de Ignacio Fernández Sarasola que desgrana lúcidamente los principales estadios de la obra historiográfica de Artola, desde su tesis doctoral Historia política de los Afrancesados (1808-1820), publicada ulteriormente como libro, hasta sus últimos trabajos ensayísticos sobre la monarquía española, la historia europea y el constitucionalismo, pasando por sus imprescindibles estudios sobre la crisis del Antiguo Régimen y el alumbramiento del sistema liberal (Orígenes de la España contemporánea y La España de Fernando VII, sobre todo), así como su gran labor en pro de la difusión de fuentes históricas, pues a las Obras publicadas e inéditas de don Gaspar Melchor de Jovellanos, que dieron lugar a tres tomos en la BAE, y a la ya citada Orígenes de la España contemporánea, cabría añadir los Textos fundamentales para la Historia, Partidos y Programas Políticos, Los derechos del hombre y, sobre todo la magnífica edición de las Constituciones españolas publicada en Iustel, donde cada texto constitucional iba acompañado de un amplísimo corpus de documentos que ilustraban su proceso de elaboración. El estudio preliminar de Ignacio Fernández Sarasola destaca no sólo por su profundidad al analizar la obra de Artola por su sistemática y su contenido, sino por huir de la hagiografía ilustrando tanto los aspectos brillantes como lo no tan positivos del autor analizado. Así, por ejemplo, Sarasola no duda en encomiar las obras iniciales tanto por su profundidad histórica como por el hecho de incidir en un punto esencial cual fue la existencia de un proceso revolucionario en el sexenio 1808-1814 (al que puso abrupto fin la reacción absolutista de Fernando VII), así como la honestidad intelectual de Artola al no diluir sutilmente sus inclinaciones políticas en los análisis históricos (como sí hicieron, por ejemplo, Josep Fontana y Alberto Gil Novales desde la Izquierda y Marcelino Menéndez Pelayo y Federico Suárez desde la derecha), pero no oculta uno de los defectos de la obra de Artola sobre todo a partir de la década de los ochenta del siglo XX, cual es “una mayor propensión al estilo ensayístico y una cierta falta de puesta al día de la bibliografía”; carencia esta última que se percibe sobre todo en el estudio preliminar a la edición de la Constitución de 1812 publicada por Iustel en la primera década del siglo XXI, donde Artola “continuaba dialogando con Federico Suárez o Cristina Diz-Lois, cuando otros muchos autores habían hecho aportaciones más recientes”, autores estos entre los que destacaba el inolvidable maestro Joaquín Varela Suanzes-Carpegna, cuya tesis doctoral (que obtuvo el premio Nicolás Pérez Serrano en 1981) se dedicaba precisamente a la teoría del estado en las Cortes de Cádiz.

Este libro, de muy breve extensión (ciento noventa y dos páginas a las que habría que añadir las setenta del estudio preliminar) nos permite encontrarnos con el maestro de historiadores analizando, además, el periodo histórico que más trabajó y sobre el que más luz proyectó: el tránsito del antiguo régimen al estado constitucional.

Es de esperar que la editorial, que se adelanta con este pequeño volumen al centenario del nacimiento de Artola, dedique uno similar a Carlos Seco Serrano, el otro gran historiador cuyo centenario se conmemora igualmente este año y cuya biografía en tantas ocasiones se entrecruzó con la del donostiarra.

Obras relacionadas