Revista de Occidente, julio-agosto 2022

Una mirada alrededor

por Manuel Lucena Giraldo

«La mente más clara que he conocido», dijo Ortega y Gasset de su mano derecha, Fernando Vela (1888-1966), sin cuyo concurso no habrían sido posibles iniciativas como la Revista de Occidente y tantas otras empresas de su amigo y maestro. Cuando Vela publicó el presente libro en 1946, en la única impresión que ha precedido a ésta, en la gran Editorial Atlas, aún podía considerarse la reciente catástrofe que había supuesto la Segunda Guerra Mundial una oportunidad para la humanidad. Gracias al triunfo aliado, encarnado, entre otros, por el presidente estadounidense Franklin D. Roosevelt. Éste es el protagonista del volumen, más allá del título colocado por Vela, que hizo de una persona una categoría. Existe toda una declaración de intenciones en la confusión aparente de la persona, el presidente, con la nación estadounidense y su destino. Como siempre que se cultiva con rigor clásico la biografía, género primoroso que representa, en definición barroca, «la vida edificante y curiosa», al lector corresponde buscar las costuras que conectan, a veces de modo sutil, a veces de manera exhibicionista, a Vela con Roosevelt y, a éste, con el destino de la nación estadounidense y de Occidente. El extraordinario estudio introductorio de Eduardo Creus Visiers coloca al lector en trampolín de la mejor lectura posible. Pues propone efectuar de modo muy convincente «una reflexión sobre el destino histórico».

En una galería de españoles extraordinarios del siglo XX, Fernando Vela entraría por derecho propio. Nacido en Oviedo y muerto en Llanes, desde temprano escribe claro y argumentado. Periodista ajeno a tradiciones familiares, hijo y nieto de médicos, primero logró asegurar su subsistencia como administrativo en el seno del honorable cuerpo técnico de aduanas. Desde 1915 a 1920 residió en Oviedo. Se trasladó a la capital madrileña para trabajar en el diario orteguiano, El Sol. Tres años después, comenzó la gran aventura, definitiva, Revista de Occidente. En sus propias palabras, «reinaba una enorme confusión de ideas, tendencias, movimientos que originaban incertidumbre e inseguridad. Había que hacer un alto en el camino y mirar alrededor. Esto había de ser —y fue— la Revista de Occidente». Las magistrales líneas de Creus Visiers refieren el poder de la improvisación, la imponente nómina de colaboradores, la etapa fecunda hasta 1936. El estudio preliminar incluye una completa referencia de la vida de Vela y, tras éste, epígrafes vinculados a la obra: Roosevelt, su visión nacional, la guerra que lo cambió todo y además una bibliografía exhaustiva.

Durante la Guerra Civil Española, Vela no militó en ningún bando. Trabajó para un periódico de Tánger, en el que firmó bajo seudónimos, «Héctor del Valle» o «Luis Longoria». Regresó a España en 1946. Publicó biografías, Mozart y Talleyrand: nada menos. Luego editó textos fragmentarios, bajo el título Circunstancias, con notas como esta: «Escribir al día es idéntico a vivir al día». En 1961 publicó su último volumen: Ortega y los existencialismos. Todavía tuvo tiempo de colaborar con Revista de Occidente, renacida en 1963.

Las razones de Vela para publicar este volumen se nutren de su entrenamiento en el análisis de los grandes acontecimientos. Estados Unidos y la crisis de 1929, el «experimento americano», la intensidad y rapidez de la vida allí, ofrecen un trasfondo existencial, experiencial, que no puede ignorar. La paradoja aparente de fuerzas individualistas y uniformizadoras iluminan, en la visión del autor, la fuerza del sistema democrático estadounidense. Roosevelt es un resultado, tanto como una causa. Inmune a las tentaciones del poder totalitario, «no es un demagogo, ni un bolchevique, ni un fascista». El único poder omnímodo que posee es la opinión. La moderación de carácter asegura su gestión de la vida individual y colectiva. Nada fáciles, ni la una ni la otra, queda claro en los 38 ensayos del libro, que constituyen cuadros vitales en sucesión. El primero, que alude a dónde nace Roosevelt, se titula «1882 en Hyde Park». El último, «El destino histórico», alude al poderío estadounidense tras 1945. La sutil literatura del ensayista hilvana una multiplicidad de puntos de vista. Al final, también somos Roosevelt, el enfermo en silla de ruedas que cruza el mundo para estar en la conferencia de Yalta, donde, ya lo sabemos, el monstruo Stalin le puso todos los micrófonos que pudo. «La suerte ha querido que América ya no esté en los bordes, sino en el centro de la civilización occidental». Es lo que ocurre con los clásicos, Vela habla desde 2022.

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