El Obrero, 19 abril 2020

por Eduardo Montagut

 

Dentro del gran esfuerzo que viene realizando Urgoiti Editores contamos con la reedición de la biografía que Manuel Núñez de Arenas realizó de Ramón de la Sagra en 1924, con estudio de María José Solanas.

Nosotros nos hemos acercado a una faceta de Ramón de la Sagra en relación con la enseñanza de la agricultura en La Habana en la época de la crisis del Antiguo Régimen, y hemos tenido que trabajar mucho con Núñez de Arenas en nuestras investigaciones sobre la Escuela Nueva en el ámbito educativo socialista. Dos personajes muy interesantes y que este trabajo rescata para el conocimiento general. Nunca dejaremos de elogiar estas empresas editoriales que, en cualquier país son necesarias, pero en el nuestro vitales, ya que parece que padecemos una crónica amnesia histórica por distintas razones de índole político y educativo-cutural.

Como reformador social ya Antonio Elorza nos estudió la figura de Ramón de la Sagra en su clásico y fundamental libro, Socialismo Utópico Español (1970), afirmando que era más un utópico social, en la línea de lo que había ya había dicho Núñez de Arenas al bautizarlo como reformador social.

Ramón de la Sagra (1798-1871) fue un personaje polifacético, botánico, agrónomo, economista, periodista, escritor, reformador social, en fin. Aunó su formación científica y racionalista desarrollada en España del Sexenio Absolutista de Fernando VII, con una inquietud reformadora a lo largo de gran parte de su larga vida. Esta combinación le causó algún problema con la última Inquisición.

Estuvo en la llegada del Trienio Liberal en Madrid, fundando un periódico liberal. En 1923 se marchó a Cuba para dirigir el Jardín Botánico y llevar la cátedra de Botánica. En ese momento es cuando ideó un proyecto agronómico, al que hemos dedicado cierta atención, como citábamos al principio. Después se dedicó a viajar por América, visitando los Estados Unidos, experiencia que le llevó a escribir un libro titulado Cinco meses en los Estados Unidos de América de Norte, y que salió publicado en 1836.

Regresó a la España de las Regencias, saliendo elegido diputado en 1837 por A Coruña, su ciudad natal. Además de esta vocación política no abandonó la científica, ya que comenzó a publicar su Historia física, política y natural de la Isla de Cuba, un empeño enorme, ya que tendría trece volúmenes, y no pudo terminar de publicar hasta 1857. Su vocación reformadora y pedagógica también se desarrolló en el Ateneo de Madrid.

Nuestro protagonista quería conocer qué estaba pasando en Europa, y emprendió un viaje por Bélgica y Holanda, del que sacaría un nuevo libro. Pero lo que nos importa más es su conexión con el socialismo utópico europeo y con Proudhon. En 1840 escribió su obra sobre el Banco del Pueblo, al que ayudó a fundar. En ese mismo año por su iniciativa se puso en marcha en Madrid el Asilo de Cigarreras.

Es muy sugerente su intervención en la creación de El Porvenir, seguramente el primer periódico anarquista español en la temprana fecha de 1845. En esta tarea estuvo con Antolín Faraldo. En el año anterior fundaba la Revista de Intereses materiales y morales. Su preocupación social hizo que fuera perseguido por Narváez, ya que el general suprimió El Porvenir.

De la Sagra estuvo en el 48 parisino, aunque sería expulsado cuando la revolución terminó y el régimen se fue haciendo más conservador. Todavía en España siguió su compromiso denunciando las condiciones que padecían en la travesía los emigrantes gallegos a América. En la última etapa de su vida giró hacia posturas harto conservadoras.

En todo caso, sugerimos embarcarnos en la lectura de la obra escrita por Núñez de Arenas, como también es muy sugerente la vida y obra del autor de la misma.

 

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