Castilla. Revista de literatura, núm. 12, 2021

por Claudio Moyano Arellano (Universidad de Valladolid)

 

En el capítulo que Manuel Suances dedica a Marcelino Menéndez Pelayo en su Historia de la filosofía española contemporánea, afirma de él que su figura “es realmente excepcional en el panorama de la cultura española”. Es indudable que fue un hombre absolutamente culto, que trató en sus investigaciones temas tan diversos como la religión, la política, la ciencia, la literatura y la filosofía, entre otros muchos. En pocas palabras, y a pesar de la imagen de hombre reaccionario que se nos ha transmitido, un sabio. No hay que olvidar que se trata del hombre que renueva, y en gran medida funda, los estudios histórico-literarios españoles, con una perspectiva integral, que le hace merecedor del título de “historiador de las ideas”, con el que en los últimos años se intenta reivindicar su persona.

Joaquín Álvarez Barrientos presenta, en esta edición, una magnífica antología de los preliminares a los textos más relevantes de Menéndez Pelayo (1856-1912), y la antecede de un extraordinario estudio que bien merecería una reseña aparte, comprendido como otro libro. No es lugar para destacar la oportunidad de que un investigador como Álvarez Barrientos se ocupe de la figura de Menéndez Pelayo: doctor en Filología Hispánica por la Universidad Complutense de Madrid, Investigador en el CSIC y Presidente de la Sociedad Española de Estudios del Siglo XVIII, Álvarez Barrientos es un experto indiscutible en la literatura y sociedad españolas de los siglos XVIII y XIX, como atestigua su ingente producción científica, de la que pueden destacarse Ilustración y neoclasicismo en las letras españolas (Síntesis, 2005), Los hombres de letras en la España del siglo XVIII: apóstoles y arribistas (Castalia, 2006) y Cultura y ciudad. Madrid, del incendio a la maqueta (1701-1833) (Abada, 2017), entre otros títulos imprescindibles para comprender la producción cultural de ambos siglos.

El valioso estudio introductorio de Álvarez Barrientos, que titula “Menéndez Pelayo, tradicionalista renovador”, se divide en tres grandes capítulos, y la elección de ambos adjetivos, “tradicionalista” y “renovador”, plantean ya desde el inicio el acercamiento que propone Álvarez Barrientos al santanderino. En la primera parte de este estudio crítico, “Menéndez Pelayo, de la clandestinidad al olvido”, se expone la propuesta de lectura con la que se invita al reencuentro con la obra del erudito santanderino. Álvarez Barrientos propone acercarnos a su producción sin prejuicios, y nos impele a valorar esta enorme obra a partir del contexto histórico en que se produjo, en el que lógicamente tienen una relevancia importante la fe católica y la defensa de la nación.

En este primer capítulo, se aporta una correcta biografía en la que se muestra al Menéndez Pelayo intelectual, académico y político, pero en la que no se descuida la faceta más humana del historiador, del que se señala, por ejemplo, su carácter tendente a la depresión y al aislamiento. En estas páginas, se deja claro cómo existen dos intereses esenciales en Menéndez Pelayo: mostrar la unidad nacional, en tanto que señaló una continuidad desde la Hispania romana a la España de su época, y probar cómo España no había estado al margen de lo que se hacía en Europa. La mirada amable de Álvarez Barrientos, y libre de prejuicios, insiste en no encasillarle en el espíritu tan combativo que demostró en su Historia de los heterodoxos españoles (1880), obra tremendamente juvenil —que explica, sin duda, su posterior postergación y su visión de “martillo de herejes” que se ha trasmitido— y que en su madurez trató de matizar.

Una tesis fundamental de Álvarez Barrientos, con la que respalda su afirmación incontestable del olvido actual del santanderino (“Menéndez Pelayo no se encuentra integrado en nuestra cultura, es un olvido más de la olvidadiza patria”, p. XI), es el rechazo que ha sufrido desde su muerte, pero sobre todo desde la Transición, por las esferas políticas de todo signo, tanto de izquierdas como de derechas, en parte, seguramente, debido a su carácter contradictorio y poliédrico, y a una obra enciclopédica, abrumadora, cuya lectura resulta, en ocasiones, compleja.

En el segundo capítulo de su estudio introductorio, “Usos de la Historia: Historia literaria como historia nacional”, Álvarez Barrientos defiende cómo desde el siglo XVIII se entendió bien que historiar la literatura era, al mismo tiempo, realizar historia de la nación, es decir, “fijar y controlar un discurso sobre el pasado con objetivos didácticos y políticos” (p. XLI). Con esta idea, el investigador presenta en estas páginas un recorrido somero sobre las propuestas historiográficas anteriores a don Marcelino, con el objetivo de realizar un estudio sobre cómo se fraguó la construcción de la idea de España desde su propia literatura y cómo repercutieron estas propuestas en el propio Menéndez Pelayo.

En este repaso, en el que se incluyen historiógrafos españoles (Juan Andrés y Morell, Antonio Garrido y su Floresta española, Alcalá Galiano, Luis Vidart) y europeos (Bouterwek, Sismonde de Sismondi, Ticknor), Álvarez Barrientos demuestra su profundo conocimiento sobre la materia y proporciona una interesantísima cronología de las obras de historia de la literatura española más relevantes en la época.

La tercera parte de este estudio crítico, titulada “Preliminares de historia literaria. Una colección de intenciones”, expone la radical novedad que presenta esta edición, y es que la selección que Álvarez Barrientos realiza se centra en los “preliminares” de las obras más relevantes de Menéndez Pelayo, es decir, introducciones, prólogos, advertencias e, incluso, algunos “sueltos” y ultílogos. Esta variopinta muestra de escritos, de “paratextos”, nos aporta una panorámica general de toda la obra del santanderino, pero con un tono más desenfadado que el que se encuentra en sus textos académicos. En estos preliminares, nos acercamos a un Menéndez Pelayo que reflexiona sobre los propios objetivos e intenciones de su obra, dialoga con el lector sobre los problemas de la época (especialmente, los relacionados con la educación y la ciencia) e, incluso, matiza algunas de sus opiniones, como se ve de forma clara en las “Advertencias preliminares” de la edición de 1910 de los Heterodoxos españoles.

En esta tercera parte de su estudio, Álvarez Barrientos, además de justificar el interés que revisten estos prolegómenos, presenta y comenta las particularidades de todos los preliminares incluidos en la antología, cuya nómina es la que sigue: Programa de Literatura española (“Programa” y “Defensa del programa”), La ciencia española (“Advertencia preliminar de la tercera edición” y “Esplendor y decadencia de la cultura científica española”), Horacio en España (“Dos palabras a quien leyere”, “Advertencia de la 1ª ed.” y “Ultílogo”), Historia de las ideas estéticas en España (“Advertencia preliminar”), Estudios sobre el teatro de Lope de Vega (“Observaciones generales”), Antología de poetas líricos castellanos (“Prólogo”), Historia de la poesía hispano-americana (“Al lector” y “Advertencias generales”), Obras literarias de Don José Marchena (“Estudio crítico-bibliográfico” sobre el abate Marchena), Historia de la literatura española de Jaime Fitzmaurice-Kelly (“Prólogo”), Nueva Biblioteca de Autores Españoles (“Prospecto”) y, por último, Historia de los heterodoxos españoles (“Advertencias preliminares” de la edición de 1910).

Se ve bien cómo en esta selección se incluyen prolegómenos de obras fundamentales en la producción de Menéndez Pelayo, como la Historia de los heterodoxos, la Historia de las ideas estéticas en España y Horacio en España, obra con la que se introduce en nuestro país el comparatismo literario (al menos entendido, en un primer momento, como estudio sobre las influencias, relaciones y repercusiones entre autores), pero también se comentan obras muy particulares del santanderino, como el Programa de Literatura española, que da muestra de la enciclopédica cultura de Menéndez Pelayo y de su claro entendimiento de la historia de literatura como historia de la nación.

Terminado este estudio crítico con una breve “Coda. España como proyecto”, y una bibliografía detallada de obras y estudios críticos sobre el momento histórico y la figura de Menéndez Pelayo, comienza la antología de textos del santanderino, que han sido tomados de la edición de las Obras Completas que realizó el CSIC y de la que realizó la Real Sociedad Menéndez Pelayo. Se trata de una edición cuidadísima por parte de Urgoiti Editores en la que abundan las notas a pie de página, imprescindibles para poder acercar el vasto saber de Menéndez Pelayo al lector actual, pero que, en ningún caso, dificultan la lectura del texto principal.

En conclusión, estamos ante una magnífica antología de preliminares de Menéndez Pelayo, precedida de un relevante estudio crítico por parte de Álvarez Barrientos, que permite no solo un acercamiento general a la figura y obra del santanderino, sino también entender que estamos ante una personalidad compleja, que evolucionó a lo largo de su vida y cuyos textos han de leerse, en la medida de lo posible, sin prejuicios ideológicos. No se trata en ningún caso de mera arqueología, pues la actualidad de algunas de las tesis de Menéndez Pelayo es indiscutible; véase, por ejemplo, las relacionadas con el “problema de la ciencia española”, y cómo aún resuena aquel “nada” con el que respondió Masson de Morvilliers cuando se preguntaba qué debía Europa a España, y al que rebatió fervorosamente Menéndez Pelayo, en defensa de la ciencia española, postura que ha continuado en nuestros días, por ejemplo, Gustavo Bueno con su recuperación de la Escuela de Salamanca.

En definitiva, es esta una obra cuya lectura agradará tanto a estudiantes que se acerquen por primera vez a Menéndez Pelayo como a especialistas que pretendan disfrutar de algunos de los mejores textos del santanderino. Sin duda, una antología que solventará el injustificado olvido en el que ha caído una de las mentes más señeras de la historia de la cultura española.

 

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