ABC Cultural, 2 de abril de 2021

Ramón Carande, el hombre océano

Emocionante biografía del padre de nuestra historia económica a cargo de Manuel Moreno Alonso

por Manuel Lucena Giraldo

 

«La única cosa en la que realmente he tenido mala suerte durante la vida». Así calificó Don Ramón Carande la pérdida de las notas y documentos de investigación depositados en su domicilio madrileño y, se suponía, quemados por los milicianos que habían ocupado su casa durante la guerra civil «para calentarse». Como todo en la vida de un historiador tiene una causa y la verdad del pasado que estudia tiene mucho que ver con la farsa, la gloria y la tragedia humanas que le correspondan vivir, cabe la posibilidad de que, en cierto modo, aquellos ocupantes incendiarios le hicieran un favor y, de paso, a todos nosotros. Carande tardó tres décadas en publicar su obra fundamental, ‘Carlos V y sus banqueros’. Tuvo todo el tiempo del mundo para perfeccionarlos y legar a la posteridad una obra maestra, un hito en la historiografía española y mundial. Los volúmenes aparecieron en 1943, 1949 y 1967.

Que el personaje tenía retranca y un valor a toda prueba queda reflejado en la dedicatoria incluida en el ejemplar del primer tomo, remitida por Carande al entonces ministro de educación, José Ibáñez Martín: «Gracias a la manía que usted me tiene he podido escribir este libro». En efecto, este se había opuesto con denuedo a que fuera reintegrado en su cátedra universitaria, a pesar de que fue protegido por amigos muy poderosos durante la inmediata postguerra.

Esta emocionante biografía que le ha dedicado Manuel Moreno Alonso, tras muchos años de esfuerzo y una investigación impecable, ha aprovechado entre otras fuentes disponibles el rico archivo familiar. No es una de sus menores virtudes la honesta exploración, sin tapujos ni corrección política, de esa década terrible de la vida de España y de los españoles que fue la de los años treinta.

Carande se salvó de milagro y conoció cárcel, huida, ostracismo y depuración. Catedrático, académico, padre de nuestra historia económica, consejero de Estado, consejero del Banco Urquijo, rector de la Universidad de Sevilla, terrateniente en Extremadura, jamás quiso hablar de las experiencias por las que había pasado entre 1936 y 1939, aunque no dejó de contar a su manera, en referencia a la historia de España, lo que había supuesto: «Demasiados retrocesos». Carande contó en su libro ‘Recuerdos de mi infancia’ la llegada de la luz eléctrica a la localidad de Carrión de los Condes, de la que conservaba el recuerdo imborrable y asombrado de un niño de diez años: «Los únicos entretenimientos eran las procesiones, los serenos….». Entonces, se hizo la luz: «El globito de hilos iluminado» lo cambió todo.

Vocación tardía

En la formación de Carande hubo experiencias raras -una palabra que le encantaba- para bien. Bachillerato en Reinosa y en Santander; estudio en un internado parisino, pues su padre consideraba que en lo que había que invertir era en educación; licenciado y doctorado en derecho en Madrid; estudios luego en Alemania. Tras lograr la cátedra de economía política y hacienda pública, la historia se apodera de sus energías e inquietudes. Señala Moreno Alonso que Carande desarrolló una vocación tardía de historiador y ello se explica bien en las etapas vitales, algunas públicas y expuestas, otras privadas y discretas, que organizan las cinco partes en que está dividido el volumen. Durante sus últimas cuatro décadas de vida su actitud manifestó que todavía era posible el triunfo vital de otra España, moderada, monárquica, civilista y bienhumorada, que representó a cabalidad.

Sevilla en el corazón

Ramón Carande nació en Palencia en 1887 y murió en Almendral, Badajoz, seis meses antes de cumplir cien años. Llegó a Sevilla en 1918. Quizás, aventura Manuel Moreno Alonso, por sugerencia de sus compañeros y colegas de la Junta de ampliación de estudios, interesados en colocar allí uno de los suyos que afrontara un proyecto regenerador. A pesar del «destrozo de la juventud» y la falta de horizontes, «una obra instructora», creían, podía marcar la diferencia. Su residencia se hallaba muy cerca de la Giralda, la catedral, el Archivo general de Indias y el barrio de Santa Cruz. Lugares de belleza asombrosa, sin duda alguna, iconos del romanticismo. Sin embargo, en su vida y su obra destaca otra piel de la ciudad, la del siglo de oro, tan asociada por las imágenes tópicas de la leyenda negra a los pícaros, la peste y el hambre.

Para nuestra desgracia, tantas series televisivas y películas actuales solo miran esa Sevilla menesterosa y andrajosa, negativa y falsa. Cuando Carande publicó en 1925 ‘Sevilla, fortaleza y mercado’, o la magistral ‘Carlos V y sus banqueros’, se propuso llevar la contraria en su propio terreno a tantos historiadores extranjeros -y muchos nacionales- que repetían tópicos y falsedades sobre la historia de España y mostró una urbe global e innovadora. En este sentido, practicó una suerte de patriotismo historiográfico y académico que sigue siendo hoy igual de válido. La talla de los verdaderos intelectuales se mide por su distancia respecto al populismo y la demagogia. O como dijo Carande, en una de sus frases memorables, la reivindicación de «el hombre en su espesura».

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