Manuel Giménez Fernández

Político, profesor e historiador, Manuel Giménez Fernández (1896-1968) centró su actividad en la docencia (fue catedrático de Derecho Canónico desde 1930 hasta su jubilación en 1966) y en la política, en cuyos mimbres se inició como concejal en la ciudad de Sevilla antes de dar el salto a la política nacional durante la II República. Movido siempre por un profundo sentido de la justicia social, quiso aplicar la doctrina social de la Iglesia desde sus responsabilidades políticas, que llegaron a la cima durante su gestión como Ministro de Agricultura entre 1934 y 1935, cargo desde el que intentó paliar las injusticias que oprimían al proletariado, intenciones que le costaron el puesto.

Tras la guerra civil se dedicó principalmente a sus clases y trabajos históricos, que pronto centró en la figura de Bartolomé de las Casas, sevillano como él, y como él luchador frente a las injusticias en un mundo hostil, por lo que llegó a sentirse profundamente ligado a su figura. Admirador de Altamira, Américo Castro, o Bataillon, abrió nuevos caminos a la investigación histórica, llamando la atención sobre aspectos no tenidos en cuenta o destruyendo viejos tópicos.

Como maestro dejó una profunda huella en toda una pléyade de discípulos sevillanos y se convirtió en un referente de la Democracia Cristiana que se iba abriendo camino desde la clandestinidad.