Trienio. Ilustración y Liberalismo, núm. 52, 2008

Por Lluis Roura.

   Hay que felicitarse que aprovechando el marco del bicentenario de la Guerra de la Independencia no hayan faltado iniciativas destacadas en la publicación de grandes textos. Sin duda entre estas iniciativas debe mencionarse la de Urgoiti Editores, reeditando dos obras fundamentales del Conde de Toreno: la Historia del levantamiento guerra y revolución de España (1808-1814), y la Noticia de los principales sucesos ocurridos en el gobierno de España desde el momento de la insurrección en 1808 hasta la disolución de las Cortes ordinarias en 1814. Tanto en un caso como en el otro con extensos estudios introductorios y unas oportunas anotaciones a pie de página e índices.

   A diferencia de la Historia del levantamiento… la obra que nos ocupa quedó muy pronto ignorada u olvidada, precisamente eclipsada por la publicación y las sucesivas reediciones de aquella obra magna de Toreno, que se publicó entre 1835-37. Sin embargo desde su primera edición en París el año 1820, y a lo largo de más de una década, la Noticia de los principales sucesos… había tenido una considerable repercusión internacional tanto en Francia como en Italia, habiéndose editado no sólo en París, Madrid y Barcelona, sino también en Inglaterra, Alemania y Holanda.

   El interés de esta breve obra de Toreno, que no llega a las cincuenta páginas, es múltiple. Por un lado presenta un balance inmediato de los acontecimientos vividos en España durante los años de la Guerra de la Independencia; síntesis, reflexión y testimonio a la vez. Al mismo tiempo se trata de un texto que tiene como uno de sus objetivos la reivindicación de la labor llevada a cabo por las Cortes de Cádiz, en las que Toreno había sido un activo diputado liberal. Obra que constituye, pues, un destacado documento para la historia del primer liberalismo español, tanto por lo que se refiere a la labor de las Cortes como al impacto posterior de la restauración absolutista; no hay que olvidar que laNoticia surge en el exilio, con una clara voluntad de contrarrestar la tergiversación con que se presenta en España lo que en realidad había sido para sus protagonistas una auténtica revolución política. Como señala Toreno al inicio de su escrito, «no fue la ignorancia, no fue la superstición la que resistió a Bonaparte, sino un sentimiento de independencia, un sentimiento de pundonor, acompañados de un sentimiento de libertad» (p. 5); una reivindicación que se precisa en el propósito del autor de ceñirse exclusivamente «a lo que menos se conoce, que es la revolución interior que se obró en el reino y que comenzando, como era indispensable, por la anarquía de pocos momentos, fue siguiendo sus períodos hasta que la nación junta en Cortes concluyó la obra de su regeneración por que todos suspiraban» (p. 7). Sin duda el texto de la Noticia tiene un enorme interés para el estudio de la obra y la trayectoria de su autor, permitiendo analizar uno de los principales antecedentes de su obra magna (la Historia del levantamiento, guerra y revolución...) y ponderar la evolución política de Toreno en su larga trayectoria, desde sus posiciones radicales (o “exaltadas”) de los años 1808-14, hasta el moderantismo (conservadurismo) de sus años de madurez. De esta manera laNoticia debe ser apreciada, a su vez, como una pieza destacada en la historia del pensamiento político español decimonónico. Y dado el calado y la repercusión de la obra histórica de Toreno relativa a la Guerra de la Independencia, hay que subrayar que nos hallamos al mismo tiempo ante un texto altamente significativo para el estudio de la historiografía liberal española y su proyección.

   La presente edición de la Noticia de Toreno va precedida de un extenso prólogo que constituye una verdadera joya de información y análisis sobre el autor y la época. En realidad se trata de un ensayo, de unas sesenta páginas, lleno de erudición, bajo el titulo de “La formación de un historiador: el conde de Toreno y su Noticia, en 1820”, escrito por Alberto Gil Novales.

   En él, a lo largo de un recorrido minucioso por el contexto español y europeo de los años en los que se formó Toreno, el autor señala un sinnúmero de acotaciones puntuales, junto a observaciones globales que subrayan la complejidad de las relaciones intelectuales en un período de cambio −de ahí la provisionalidad de algunas conclusiones sobre la época y sus personajes, y la necesidad de nuevos estudios− (p. XLII).

   El abanico de cuestiones ante las cuales se van acotando las referencias a Toreno le da pie al autor a dibujar el verdadero mosaico de la revolución española −con sus luces y sombras, su coherencia y sus contradicciones, su especificidad y su inserción en el panorama global de una Europa heredera de las Luces e impactada por la Revolución. Van desfilando así un sinfín de datos y de alusiones como los relativos a la idea de nación de Herder, los precedentes modernos de la revolución española (desde las Comunidades y Germanías al motín de Squillace) o los paralelismos con otras situaciones de insurrección y lucha por la independencia contra el extranjero hostil, como es el caso de Córcega; se pregunta si Toreno pudo tener algún conocimiento, a este respecto, de escritos como los del mencionado Herder o como los de Mirabeau, con los que señala un notable paralelismo; sopesa el influjo de Jovellanos, al que considera uno de los modelos intelectuales de Toreno, aludiendo al derecho de insurrección, que ambos defienden; y se refiere a Mariana −otro de los modelos que admiraba. Entre los referentes político-culturales, Alberto Gil Novales aporta observaciones interesantes relativas a la actitud de Toreno en relación con Gallardo (y su Diccionario crítico-burlesco) y con cuestiones religiosas como el voto de Santiago, las inmunidades eclesiásticas o con autores como Masdéu, o Villanueva… Por lo que se refiere a una figura como Montesquieu, Toreno manifiesta respeto, pero también un claro distanciamiento; y en relación con la Revolución francesa, aunque la condena, reivindica la necesidad de conocerla y estudiarla por parte de «todo aquel que aspire a ser hombre de Estado» (p. XXVIII).

   Dos cuestiones merecen unas acotaciones destacables en este recorrido llevado a cabo por el autor: el regalismo y la Inquisición. Toreno se identifica, sin duda, con la larga tradición regalista española, a la que Alberto Gil Novales pasa revista a lo largo de unas cuantas páginas; y se identifica también con la no menos larga y documentada tradición abolicionista de un Tribunal al que considera esencialmente impermeable a los cambios y a las reformas… Sobre el pensamiento económico de Toreno, el autor subraya «su tirria por los fisiócratas» (p. XXXVIII) y su veneración y respeto por Adam Smith; y apunta, de paso, el posible influjo de Linguet y de Deleyre. No menos interesantes son las acotaciones de Alberto Gil Novales en torno al concepto nación en boca de Toreno así como sobre su creencia en el principio de soberanía nacional (una de las grandes ideas-fuerza de Europa y de España, como señala el autor) y en los derechos del hombre y del ciudadano. Alberto Gil Novales destaca así mismo la importancia que tuvo la negación de la existencia histórica del feudalismo en España, salvando leves excepciones; un planteamiento que hallamos en Toreno, que fue reiterado a lo largo del siglo XIX, y que sería un argumento precioso para los partidarios del sistema de propiedad que acabó desembocando en el latifundismo… Por último el autor ahonda en la concepción que Toreno tuvo de la revolución española, en la que llama la atención la ausencia de toda relación con América y la consideración de los fueros y las Cortes como referente clave.

   La ausencia de toda mención a Martínez Marina lleva a Gil Novales a destacar que Toreno se centra sobre todo en la observación histórica de Aragón, basándose en Antonio Pérez y en Jerónimo Blancas, pero también en el mito histórico de los “fueros de Sobrarbe”. Fruto de una tergiversación histórica desconocida a inicios del siglo XIX −que Gil Novales plantea y sintetiza de forma excelente, amplia y documentada− el juramento de los aragoneses y el Fuero de Sobrarbe fueron asumidos por los liberales, entre ellos por Antillón y por Romero Alpuente. Y, claro está, por Toreno. De modo que, como señala el autor, el tema aragonés acabó convirtiéndose en reivindicación liberal…

   Finalmente Alberto Gil Novales se refiere al profundo cambio político del conde de Toreno, a partir del Trienio Liberal. No lo considera un cambio circunstancial ni inevitable, sino fruto de su propia voluntad. Es posible incluso que este cambio influyera en el hecho de que no se volviera a editar su Noticia. Sin duda a partir de un determinado momento su contenido hubiera podido resultarle claramente incómodo al propio conde de Toreno. Pero sería erróneo considerar la Noticia como fruto de la inmadurez. Como señala el autor (p. XLII), es evidente que cuando Toreno escribió este librito su bagaje intelectual era muy alto; no solamente poseía cultura intelectual, sino también experiencia directa de lo sucedido en el país y en el mundo. Para el conde de Toreno aquellos palabras, que por más brillantes que parezcan, sus triunfos serán siempre efímeros. Para él se trataba de una ruptura que surgía directamente de la Ilustración. Así lo expresaba en la solemne proclamación con la que cerraba su Noticia de los principales sucesos del gobierno de España (1808-1814): «la razón, como la naturaleza, no pierde jamás sus derechos; y cuando una nación ilustrada conoce el bien y lo desea, no hay fuerza que la resista» (p. 49).

   No hay duda, pues, que hay que celebrar la recuperación de un texto de enorme interés que lamentablemente seguía olvidado. Pero hay que celebrar especialmente que venga acompañado del extenso estudio introductorio de Alberto Gil Novales que, a través de las oportunas precisiones y digresiones, es capaz de evidenciar el interés de la obra y la figura de Toreno no sólo en relación con su época, sino también con el pensamiento, la política y la historiografía de los siglos XIX y XX.

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