Revista Iberoamericana, año XVII, núm. 66, 2017

Por ANGEL VIÑAS

    Antonio Ramos Oliveira (Huelva 1907- México 1973) fue un periodista e historiador español. Es conocido por una historia de Alemania y otra de España, amén de otras obras y artículos en relación con ambos países y con México. Fue durante algún tiempo director de El Socialista y agregado de información, en la moderna terminología, en la embajada de la República española en Londres durante la guerra civil. Posteriormente ingresó en Naciones Unidas y desempeñó varios puestos como consejero de información y, a veces, consejero político en varios países europeos y latinoamericanos.

    El profesor Bernecker ha tomado la parte de la Historia de España escrita por Ramos Oliveira correspondiente al siglo XIX, tratado temáticamente, y la parte del siglo XX que discurre hasta el final de la guerra civil. Ambas conforman una obra de más de 800 páginas. Va precedida de un estudio preliminar de algo más de 150. En él Bernecker ha hecho un auténtico alarde de erudición, profesionalismo y crítica acerca de la trayectoria y obra del autor que deja en mantillas las escasas informaciones que sobre él existían hasta ahora en la literatura. Recuerda, con razón, que a Ramos Oliveira se le ha citado con frecuencia, pero de manera dispar y sin que quienes lo citan hayan nunca demostrado un conocimiento profundo de su persona y, lo que es más importante, de su obra.

    No podría, en puridad, encontrarse mejor introductor. Hispanista eminente, Bernecker combina un conocimiento profundo de la historia de España y de México, aparte de que por su nacionalidad está en perfectas condiciones de enjuiciar la parte de la obra de Ramos Oliveira relacionada con Alemania. Quien esto escribe felicita calurosamente al introductor y a la editorial por rescatar del olvido esta parte del trabajo sobre España del autor onubense. Bernecker ha enriquecido su estudio preliminar con una relación completa de los trabajos de Ramos, desglosada en libros (cuatro de 1932 a 1935), artículos, contribuciones a medios periodísticos (diarios, semanales, mensuales y otros), sin olvidar nueve traducciones de libros en alemán e inglés.

    Esta extensa obra responde a diferentes motivaciones. Una gran parte, artículos y reelaboraciones de artículos, tiene un indudable sesgo profesional. Ramos Oliveira trabajó largo tiempo como periodista. Sin formación académica conocida, se hizo periodista por la vía del autodidacta. Empezó como redactor de extranjero en El Socialista a finales de los años veinte del pasado siglo. Poco después fue enviado como corresponsal en Berlín. En 1931ascendió redactor-jefe. También trabajó en Claridad. Bernecker examina con detalle la interacción entre esta evolución profesional y la producción intelectual de Ramos Oliveira. En ella tiene un papel esencial su inmersión en el debate socialista en unos años clave para la historia de la Segunda República.

    Las experiencias en Berlín de Ramos Oliveira dieron lugar a numerosos artículos sobre la situación alemana. Desde entonces siempre ocupó un lugar destacado en el elenco de sus preocupaciones intelectuales e históricas la confrontación con el nacionalsocialismo y el fascismo. Bernecker alude, en paralelo, a los trabajos de Araquistain derivados de su propia experiencia como embajador republicano en Berlín en la quiebra definitiva de la legalidad de Weimar y el comienzo de la dictadura hitleriana. Ramos Oliveira se convirtió en un puntal de la tendencia caballerista dentro del PSOE. Con algunas singularidades. Marxista sin fisuras, innovó hasta cierto punto con su obra El capitalismo español al desnudo en la que se preocupó de dar un soporte empírico a sus disquisiciones teóricas.

    En mi opinión, el análisis de Bernecker de la evolución de Ramos Oliveira a la par de las oscilaciones de las discusiones intra-socialistas españolas tiene un gran interés y está apoyado en la identificación de más de un centenar de artículos sobre, en particular, política alemana y problemas del socialismo. De destacar son algunos con pretensiones teóricas o de mayor enjundia que aparecieron en Leviatán, entre 1934 y 1935. Poco a poco Ramos Oliveira pasó de apoyar la experiencia republicana como trampolín hacia el socialismo a una actitud en la que fue derivando en favor de una dictadura del proletariado como mecanismo de oposición a la creciente posibilidad de una dictadura burguesa.

    De periodista más o menos curtido durante los años 1930 a 1936, la segunda etapa profesional de Ramos Oliveira se caracterizó por su desbordante actividad como agregado de información en Londres a las órdenes de Pablo de Azcárate, uno de los embajadores republicanos de mayor relieve en un período de agónica política exterior y con una improvisada carrera diplomática de nuevos cuadros en la que no brilló excesivamente el talento. Ramos cubrió numerosos frentes. Su oficina de prensa difundió publicaciones a millares de ejemplares y todavía se apañó para producir ocho opúsculos en los que demostró su capacidad analítica y polémica rompiendo sendas lanzas a favor de la República. Tuvo incluso tiempo para publicar además numerosos artículos en La Vanguardia y El Socialista. Tampoco vaciló en enfrentarse con popes del conservadurismo o de la inteligencia de izquierda británicos, incluido el después tan reverenciado George Orwell.

    La derrota sin paliativos dejó a Ramos Oliveira aparcado en Londres. Durante este período pasó a ocuparse de temas más amplios. En plena guerra mundial publicó A People´s History of Germany, un libro financiado por el expresidente del Consejo Juan Negrín en la conocida editorial izquierdista de Victor Gollancz. Bernecker lo analiza en profundidad como precedente para una más ambiciosa Historial social y política de Alemania que salió a la luz, en México, en 1952. Fue una demostración de su preocupación por poner de relieve las causas estructurales que promovieron la aparición del movimiento nazi.

    Esta preocupación por lo estructural y su enfoque de construir sobre un trabajo previo también la trasladó a España. En 1946 la misma editorial publicó Politics, Economics and Men of Modern Spain, 1808-1946. Fue el precedente de su masiva Historia de España que apareció en México en 1952. Poco después, Ramos Oliveira ingresó como funcionario de Naciones Unidas en calidad de oficial de información en la capital azteca. Bernecker ha delineado su devenir en la organización mundial, casi siempre en el mundo de la información: Santiago de Chile, Nueva York, Belgrado, Nicosia, República Dominicana, Buenos Aires y varias estancias en México hasta su jubilación en 1969.

    Durante este largo período Ramos Oliveira publicó varios artículos, hizo traducciones y perfeccionó su historia de Alemania. Solo después de su jubilación se dedicó a escribir libros sobre México, cristianismo, la edad media y su más ambiciosa Historia crítica de España y de la civilización española de la que solo se publicaron los tres primeros volúmenes, aunque al parecer también escribió los dos últimos. Esta extensa e intensa obra obedeció posiblemente a una clave personal que figura en una carta escrita desde Santiago de Chile en 1956 a su amigo Max Aub: “Lo que tratamos es de no morirnos, de dejar un rastro tan hondo que nos mantenga vivos después de muertos entre las personas que nos conocieron y las que vengan después”.

    Naturalmente, toda obra es perecedera. La de Ramos Oliveira no tuvo nunca el impacto que lograron en el mundo de habla inglesa y en la intelectualidad española del interior la de Gerald Brenan ni la de otro exiliado, de ideología muy diferente, como fue Salvador de Madariaga. No es inútil preguntarse por qué. Ramos Oliveira escribió desde una ideología y metodología muy precisas: las que subyacen a la concepción materialista de la historia tal y como fue desarrollada por la Segunda Internacional. La planteó para explicar cómo el resultado de lucha de clases abocaba en España a un conflicto armado que se produjo de 1936 a 1939. No fue el único autor en hacerlo. Estaba en el ambiente de un sector de la izquierda de la época. Su esquema recuerda, salvando las distancias, a los intentos del embajador soviético en Londres y representante en el desdichado Comité de No Intervención Ivan M. Maiski para explicar la evolución histórica española. Al igual que el de Ramos también puede considerarse como muestra de un momento determinado de considerar el pasado y de reconstruirlo al amparo de presupuestos ideológicos y metodológicos tomados apriorísticamente como irrenunciables.

    En este sentido, la obra ahora reeditada y diseccionada por Bernecker puede entenderse como perteneciente a la historia de la historiografía. Ramos Oliveira fue un autor serio dentro de sus limitaciones, conocedor del período que le tocó vivir y profundamente interesado por poner al descubierto las fuerzas profundas que llevaron al descalabro del primer régimen democrático y parlamentario español. Estaba en sintonía, pero en las más estrictas antípodas, con la historiografía pro-franquista que también buscó en el pasado (yendo hasta los siglos XVII y XVIII) materiales e interpretaciones para explicar las razones por las cuales la guerra civil terminó convirtiéndose en una necesidad. Pautar las diferencias entre ambos enfoques podría ser muy útil como trabajo de máster. Recomiendo a tal efecto la comparación con el primer tomo de la historia de la guerra civil publicada por el Servicio Histórico Militar del Estado Mayor del Ejército en 1945, sobre los antecedentes del conflicto. Una obra, por cierto, que demanda a gritos su reedición. Ignoro si será posible. Es de suponer que un Ministerio de Defensa que guarda celosamente la llave de una abundantísima documentación todavía clasificada no tendrá el menor interés en prestarse a ello. Sería una lástima.

    La renovación de los estudios sobre los siglos XIX y XX que se ha producido en España tras la desaparición de la dictadura franquista y de su terrible y agostante censura tiene en la obra de Ramos Oliveira un punto de contraste. Limitándome al período más próximo (República y guerra civil) el historiador puede encontrar en ella percepciones y visiones que, no por desconocidas, sirven para enriquecer las controversias actuales. En el bien entendido que en lo que se refiere al conflicto mismo Ramos Oliveira queda por detrás del testimonio historiado que, en mi modesta opinión, sigue siendo referencia inexcusable: el de Julián Zugazagoitia.

    El énfasis, por ejemplo, puesto por Ramos Oliveira en la preferencia de la República reformista desde el primer momento por concentrarse en objetivos relativamente secundarios (anticlericalismo, autonomías) en detrimento de los más sustantivos (reforma agraria) sigue siendo válido como elemento explicativo. En lo que, en mi entender, cabe discrepar radicalmente es en el sentido teleológico que inspira la obra. Ni la historia de España es un “drama incomparable” (Bernecker titula la reedición con esta caracterización del autor) ni la evolución política y económica española fue inducida desde el exterior esencialmente. Ya en la época de Ramos Oliveira podían compararse tales premisas con las experiencias de otros países. ¿Acaso no determinó la conquista normanda a partir de 1066 la evolución de Inglaterra? ¿Y qué decir, en época menos remota, de los casos de Bulgaria o Grecia? ¿No se advertía lo que ya se denominaba Sonderweg en el caso de Alemania? ¿Y cómo interpretar la unificación italiana?

    Ninguna de estas preguntas, y otras posibles, detrae del interés historiográfico de la obra de Ramos Oliveira, representativa de un tiempo. Todo historiador escribe desde el suyo y desde una óptica determinada por su educación, formación técnica, ideología, lecturas y fuentes disponibles. Las de Ramos no fueron numerosas. En los años después del hundimiento de la dictadura creció la apelación a las primarias. No obstante, la presente reedición junto con el estudio introductorio del profesor Bernecker constituyen una aportación para precisar los contornos desde los que un actor e historiador inteligente contempló la época en la que le tocó vivir, con sus convulsiones, y que, se quiera o no se quiera, es la base desde la cual hay que partir para comprender la evolución histórica ulterior de la sociedad española.

    Es de esperar que la reaparición en el mercado español de esta parte de la obra de Ramos Oliveira, que había desaparecido de los anaqueles, favorezca su lectura y su análisis desde las perspectivas que la historiografía española actual ha ido acuñando. Nunca viene mal leer o releer a un clásico.

    La editorial, conocida por la reedición de obras clásicas de historiografía (muy notable, en particular, la del conde de Toreno sobre la guerra de la independencia), le ha adicionado, quizá por motivos comerciales, una banda en la que se afirma que se trata de una exposición de las causas profundas que “condujeron, de modo casi irremediable, a la guerra civil”. Un aserto debatible.

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