Metahistoria, junio 2014

Por Manuel Campos.

   Dentro del amplio abanico de materias que componen la disciplina histórica, la prehistoria no ha gozado de la popularidad alcanzada por otras ramas. El lector no especializado ha preferido leer sobre batallas, luchas de poder, reyes y pueblos, en vez de esqueletos, ajuares funerarios, teorías y evoluciones. Siempre es más “atractivo” contar la historia como si de un cuento se tratase que explicar las transformaciones de nuestros antepasados a través de los restos arqueológicos. Por suerte, esta tendencia va poco a poco abandonándose y cada son más los trabajos sobre la prehistoria dirigidos al gran público.

   No debemos olvidar que la prehistoria comenzó a ser investigada hace relativamente poco tiempo y que tan sólo a partir del siglo XX logró distanciarse de la historia natural o de las prácticas “anticuarias”. Las dificultades técnicas y los obstáculos impuestos por las creencias religiosas dificultaron enormemente la difusión de los trabajos sobre este período, hasta que la arqueología (disciplina que erróneamente se suele identificar con la prehistoria) fue desentrañando, gracias a los numerosos hallazgos efectuados a principios del pasado siglo, los misterios que rodeaban a nuestra historia más remota.

   Como sucede con cualquier otra ciencia, las primeras obras estuvieron sujetas a una fuerte controversia y proliferaron numerosas teorías no siempre coincidentes. Las características propias de una disciplina supeditada a la constante valoración de los restos arqueológicos, no fáciles de interpretar, hicieron que las disputas entre pre-historiadores fueran frecuentes. Incluso hoy no existe consenso sobre cuestiones básicas y siempre cabe la posibilidad de que un nuevo hallazgo ponga en entredicho aquello que dábamos por seguro.

   Durante las primeras décadas del siglo XX, cuando la prehistoria se abría paso, aparece la figura de Hugo Obermaier. Nacido en Alemania y formado en Viena y París, se le considera uno de los principales impulsores de esta disciplina en España. Llegó a la península en 1908 para trabajar en el yacimiento de la Cueva del Castillo (en Santander) y ya permanecerá el resto de su vida ligado a nuestro país, donde obtuvo la cátedra de Historia primitiva del Hombre en la Universidad de Madrid y fue elegido miembro de la Real Academia de Historia.

   De la abundante producción científica de Obermaier, Urgoiti Editores ha rescatado uno de sus trabajos más importantes: El hombre prehistórico y los orígenes de la humanidad. Publicado en 1932 y reeditado en numerosas ocasiones, con él buscaba sintetizar los avances de la ciencia prehistórica y resumir “en forma clara y científica, el penoso y lento levantar de la humanidad, empezando por los más remotos y oscuros orígenes para llegar hasta la plena luz de las culturas orientales y de la civilización grecorromana“. Una obra que sirviese “de introducción a la historia primitiva del hombre, con un contenido rigurosamente científico, aunque comprensible por todos“. Estamos sin duda ante el estudio más relevante sobre esta disciplina publicado en España en la primera mitad del siglo pasado, cuya influencia fue determinante en el devenir de la prehistoria en nuestro país.

   Obviamente, para los expertos en esta disciplina habrá apartados de la obra que hayan sido después ampliamente superados: los avances obtenidos en los últimos ochenta años han redefinido las teorías sobre el hombre prehistórico y rellenado lagunas que los pioneros de esta ciencia no podían conocer con sus limitadas técnicas. La base, no obstante, no ha variado sustancialmente y para quienes quieran conocer los primeros pasos de la humanidad este es un libro muy recomendable. Lo es tanto por la claridad en la exposición de cuestiones complejas –que en manos no tan dotadas como las de historiador alemán acabarían por aburrir al lector- como por la capacidad de síntesis de su autor, quien sabe extraer de la gran cantidad de información que maneja los rasgos más destacados de cada período.

   El libro está dividido en dos grandes bloques, el primero de los cuales se dedica al paleolítico y a los primeros vestigios del ser humano en el planeta. Obermaier explora la vida del hombre durante este período, las distintas culturas paleolíticas, las consideraciones psicológicas que rodean a las primitivas comunidades humanas y el incipiente arte rupestre. Aunque la gran mayoría de los datos que utiliza el historiador alemán provienen de los hallazgos realizados en Europa, también se ocupa del resto de continentes. El segundo bloque comprende desde el Neolítico y las primeras prácticas agrícolas hasta la Edad de Bronce. Obermaier recorre cada etapa señalando sus principales características y las peculiaridades propias de cada región. Destaca la especial atención que presta al arte prehistórico (se incluyen al final del libro las correspondientes imágenes).

   La nueva edición de la obra de Obermaier está acompañada de un estudio preliminar a cargo de Carlos Cañete y Francisco Pelayo. No exageramos al afirmar que bien podría haber sido publicado como un trabajo independiente, dado su rigor y extensión. Los autores utilizan el escrito de Obermaier para mostrarnos el grado de desarrollo de la prehistoria a comienzos del siglo XX (tanto a nivel europeo como español), así como para tratar sobre algunas de las cuestiones más discutidas en aquellos años. En palabras de Carlos Cañete y Francisco Pelayo, “el análisis que aquí se presenta se organiza en torno a una serie de temas o controversias que, pensamos, manifiestan no sólo problemáticas internas de la disciplina sino que van más allá, mostrando la relación de la prehistoria con otras disciplinas y su a veces difícil articulación, el desarrollo de los marcos institucionales, la relación con el contexto político y social o las polémicas entre ciencia y religión“.

   Tras hacer un breve perfil biográfico de Hugo Obermaier y repasar el impacto y las críticas que tuvo El hombre prehistórico y los orígenes de la humanidad en el momento de su publicación, los autores del estudio preliminar analizan cinco “aspectos […] poco trabajados pero que resultan de gran interés para extender el conocimiento sobre el alcance de la obra del autor“. Estas cinco cuestiones son: el debate en torno a la existencia del “hombre terciario” y la controversia sobre los eolitos; la relación entre los nuevos ejemplares de fósiles humanos que se iban encontrando con los conocidos desde el siglo XIX; las interacciones entre ciencia y creencias a raíz de la publicación de la obra de Charles Darwin; la difusión del paradigma africanista como explicación del desarrollo cultural de la prehistoria y el estudio de la teoría de los círculos culturales y su relación con el pensamiento de Obermaier. Como se puede observar, son temas muy específicos, seguramente poco conocidos por el lector no especializado, que en ocasiones abandonan la sencillez característica del estilo del historiador alemán para adentrarse en un terreno más técnico.

   Tanto el texto principal como el estudio preliminar son herramientas muy útiles para incitar al estudio de la prehistoria a quienes ven con cierto respeto una disciplina diferente a la que surgirá tras la aparición de la escritura. A veces nos cuesta comprender que detrás de una simple roca o de un hueso se esconden las claves para descifrar cómo era la vida de nuestros antepasados más lejanos. Es de agradecer, por eso, a los pioneros en esta ciencia, entre los que se encuentra Hugo Obermaier, que hayan conseguido desentrañar los misterios de nuestra historia primitiva y sentar los cimientos sobre los que se apoyará la moderna arqueología.

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