La Opinión (Murcia), 29 de septiembre 2006

Por Javier Díez de Revenga.

   Acaba de aparecer, publicado en una elegante edición, uno de los libros más valiosos e imprescindibles para el conocimiento de los movimientos literarios de los años veinte y treinta en España y cuya primera aparición data de 1925: Literaturas europeas de vanguardia, de Guillermo de Torre (Madrid, 1900-Buenos Aires, 1971). La nueva publicación de este libro de referencia, editada por Urgoiti en Pamplona, ha estado al cuidado de José Luis Calvo Carilla, profesor de la Universidad de Zaragoza.

   En su extenso estudio preliminar de más de cien páginas, se ocupa en primer lugar Calvo Carilla de los comienzos de este escritor que se convertiría, tras su paso por la vanguardia más agresiva, en un polígrafo muy sabio y multiforme, lo que le ha permitido denominarlo al estudiar sus “primeros vagidos” el “Menéndez Pelayo de la vanguardia”. Estudia a continuación su camino hacia la vanguardia, sus años de iniciación y polémica, y la importancia que llegaría a alcanzar De Torre en relación con el arte nuevo en España, para pasar a analizar cómo fue naciendo y creciendo el libro: el caldo de cultivo de Literaturas europeas de vanguardia, la presencia de los movimientos europeos entre nosotros y el nivel de su importancia e influencia.

   Pero el estudio no se queda reducido a aquellos años, sino que Calvo continúa examinando el destino del gran escritor, que marcharía al exilio argentino y seguiría trabajando, hasta el punto de que muchos años después, con sus contradicciones y paradojas, daría a conocer una segunda versión de su libro, cuando apareció la Historia de las literaturas de vanguardia (1965). Un epílogo con el destino final del historiador de la “gran aventura de nuestra edad”, cierra este amplio y sustancioso estudio preliminar.

   Figura capital en las vanguardias hispánicas es, en efecto, Guillermo de Torre. Abogado y diplomático, vivió en Buenos Aires desde 1927 hasta 1932 y a partir de 1937. Desde el Manifiesto vertical ultraísta de 1920 fue asiduo de todas las revistas más importantes de la vanguardia, al tiempo que se convertía en un riguroso crítico e historiador de la literatura, vinculado al mundo editorial en España (Espasa-Calpe) y en su exilio argentino (Losada).

   Estuvo casado con la pintora argentina Norah Borges, hermana de Jorge Luis. No sólo hay que atribuirle, como ha hecho toda la crítica que al ultraísmo se ha aproximado, un papel capital como promotor y teórico de la vanguardia. Sus poemas son un prodigio de ingenio, imaginación, capacidad creadora e invención, que se basa sobre todo en lo original e insólito de sus asociaciones de ideas, obra del más radical de los ultraístas, el que mejor domina la retórica del movimiento, con el atractivo de la técnica, el maquinismo y las ciencias características del futurismo, el destructivismo anarquista, la capacidad creadora obtenida del creacionismo y, finalmente, la herencia barroca. […]

   Como señala Calvo Carilla, Literaturas europeas de vanguardia fue obra de un jovencísimo activista estético a quien nadie le ha negado su indiscutible papel de protagonista en la primera línea del antipasadismo ultraico, como autor y firmante de manifiestos, teorizador entusiasta, animador de veladas iconoclastas y avispado polemista y crítico, sin olvidar que se erigió también en testigo de excepción de cuanto ocurría en el vanguardismo internacional. De ahí que sus contemporáneos le acusasen de falta de objetividad y de perspectiva como si, continuando la metáfora bélica, se hubiese sentado a escribir en pleno campo de batalla. En todo caso, se trata de un libro único, muy bien organizado, con información de primera mano de todos los movimientos de la vanguardia histórica, por lo que sigue siendo, hoy día, de obligada consulta para todo el que quiera conocer la revolución de la poesía española en las primeras décadas del siglo XX.

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