Initium, núm. 9, 2004

Por Aquilino Iglesias.

Una Revista centrada en la Edad Media puede tomarse la vida con calma, sin caer en esa aceleración que caracteriza, al parecer, los tiempos modernos. Esta nota sólo tiene así la finalidad de dar cuenta de la aparición de esta reedición de la obra de Ureña, cumplir con un compromiso y esperar, a tiempos mejores, para dedicarle una mayor atención.

No se está ante una simple reedición de la obra de Ureña, sino ante una edición mejorada, gracias a la intervención de un editor preparado que ha dedicado su atención, con rigor, al mundo visigodo. Esta circunstancia y el anuncio de la edición de las Actas de la reunión de Bristol —parece haberse concentrado en Inglaterra el interés por el mundo visigodo— ayudan a explicar esta espera cautelosa. La nueva edición presenta una gran complejidad que exige una atención cuidada. La obra se abre con una extensa introducción (p. IX-CLXXIV), divida en tres partes, de las cuales la primera es la principal —aparece firmada y datada por su autor— y se dedica a la personalidad de Ureña: «El catedrático y la biblioteca. Visigotismo y profesión universitaria de Rafael de Ureña» (p. IX-CXLVI); en las dos siguientes, se recoge una cronología de Ureña —«Rafael de Ureña y Smenjaud (1852-1930)» — describo solamente; señalo, pues, que éste es el título, aunque la cronología comienza con este dato: «1852, 3 de febrero. A las cuatro y media de la tarde, nace en Valladolid, hijo legítimo de José Ureña de la Torre» y el nombre que aparece en la portada del libro es Rafael Ureña y Smenjaud- (pp. CXLVII-CLIX) y un «Ensayo de una bibliografía de D. Rafael de Ureña y Smenjaud» (pp. CLXI-CLXXIV). Una portadilla lleva el antiguo título de la obra: «La legislación gótico-hispana (Leges Antiquiores-Liber Iudiciorum). Estudio crítico», a la que sigue una «Nota de Edición» que las siglas ?C.P. ? muestra que alude a la presente edición, donde se señala que ?con el máximo respeto al original? se han introducido correcciones, no siempre recogidas en la fe de errata primitiva (no se indica cuáles han sido ni se establece criterio alguno para su identificación), que se han agilizados usos ortográficos y de puntuación, que se han suprimido ocasionales vicios gramaticales (leísmos y laísmos, principalmente) y que, por razones técnicas, han desaparecido los términos árabes ?aunque no su transcripción?. Se da cuenta, además, de la adición de una veintena de nuevas notas, recuperadas de la copia de trabajo del A. puestos por la familia a disposición del Editor (se identifican con un *) y de la incorporación de textos sueltos («Apéndices a nuestra edición») (p. 3). La reedición ocupa, pues, las pp. 5-450. Le siguen los «Apéndices a nuestra edición», anunciados en la «Nota de Edición», precedidos de una eficaz y breve introducción del editor ?las siglas lo identifican?, indicando las características de los textos conservados y los criterios observados en su edición (son seis apéndices, que ocupan las pp. 453-458). Siguen los Índices (p. 461-515) ?anunciados ya en la mencionada «Nota de Edición» donde el editor precisaba «ausentes por completo en la edición primitiva»? cierran la presente edición. Son un índice onomástico (p. 461-486), un índice de fuentes (p. 487-502), un índice de materias (p.503-511) y un índice de manuscritos (p. 513-515), donde su autor indica los criterios observados, alejándose, cuando así le parece necesario, de los usos del autor. Quizá pueda interesar saber que en el índice onomástico se incluyen también los nombres citados en la introducción, si bien se excluye las menciones a Rafael de Ureña y Smenjaud; que en el índice de fuentes «las relaciones de fuentes en cuadros sinópticos y en elencos de concordancias no han sido generalmente recogidas»; y que el índice de manuscritos refleja la obra de Ureña, excluyendo el editor su actualización. Un índice general cierra la presente edición (p. 517-519).

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