Indice Histórico Español, núm. 127, 2014

Por Carme Riu.

   Las dos Españas es un ensayo sobre la historia de España de Fidelino de Figueiredo (1888-1967), historiador, crítico literario y político portugués, publicado inicialmente en 1932. La obra, donde se interpreta y analiza la escisión ideológica española, ha sido editada nuevamente con prólogo de Pedro Serra, profesor titular de literaturas portuguesa y brasileña. El texto tuvo una repercusión destacable en España. Ramón Menéndez Pidal, conocedor del mismo, le dedica un capítulo en su obra Los españoles en la historia; Guillermo de Torre se considera influido por las tesis fidelinianas, mientras que J. M. García Escudero le atribuye una posición central en el constructo historiográfico: el de la España doble que diría Unamuno y al que se referiría Antonio Machado con sus versos “Una de las dos Españas/ ha de helarte el corazón”, y que será finamente ampliado y estudiado por Santos Juliá en Historias de las dos Españas.

   Las dos Españas trata la modernidad peninsular ibérica y el intento de cambio que debía negociar con el binomio ruptura-continuidad, de ahí que se hable de una “modernidad intermitente”. Es decir, estudia la pulsión revolucionaria que intenta abrirse paso, luchando contra una realidad determinada y que a menudo la hace claudicar. Aún así, para el autor, el objetivo a conseguir sería una nación donde las conciencias que han experimentado una “revulsión” (no una revolución), alcancen el ideal humanístico frente al homo technicus u homo oeconomicus que tanto ensombrecen y han perturbado al mundo occidental. La imagen de la España doble se asocia también al llamado “problema de España”, cuestión agudizada con los hechos del 1898 y que difundieron una visión pesimista de la realidad de la época poniendo de manifiesto la dualidad existente. Por un lado, la representación o propagandas oficiales, erróneamente optimistas; por otro la real, la “España vital” -en palabras de Ortega y Gasset citando su obra Vieja y nueva política-, retrasada y estancada que reclamaba urgentemente una regeneración desde finales del s. XIX. No obstante, Figueiredo no se limita a describir simplemente dicha separación, sino que propone una alternativa, una tercera España o España sin problema para apaciguar la lucha de contrastes del carácter español. Su regeneración pasa por la instauración de una República, un estado nuevo, donde puedan convivir todas las facciones, el pueblo gane su mayoría de edad cívica y domine la inteligencia.

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