Índice histórico español, nov. 2015

Por Jordi Vidal.

    La magnífica labor editorial llevada a cabo por Urgoiti continúa desarrollándose a muy buen ritmo, tal y como lo demuestra la presente obra, publicada dentro de la colección “Historiadores”, donde se ofrece la cuidada edición de un nuevo clásico de la literatura arqueológica española del siglo XX. Tras los volúmenes dedicados a Pere Bosch Gimpera, José Ramón Mélida, Adolf Schulten y Hugo Obermaier, le toca ahora el turno a Manuel Gómez-Moreno y su Adam y la prehistoria (Madrid 1958). Dicha obra, junto con La novela de España (Madrid 1928), constituye la mejor muestra del pensamiento arqueológico de Gómez-Moreno, con un recorrido muy personal por la prehistoria de la humanidad, desde el Paleolítico inferior hasta la Edad del Hierro.

    En Adam y la prehistoria el estudio introductorio (uno de los principales valores, si no el principal, de las ediciones de Urgoiti) corre a cargo de Juan Pedro Bellón. El trabajo de Bellón se estructura a partir de dos bloques bien diferenciados, para un total de 264 pp. El primero de esos bloques es de contenido básicamente biográfico. Allí Bellón divide la trayectoria de Gómez-Moreno en cuatro etapas bien diferenciadas: formación (1870-1899), exploraciones (1900-1909), acción colectiva (1909-1939) y retracción individual (1940-1970). En este sentido, la aproximación biográfica de Bellón a la figura de Gómez-Moreno plantea novedades interesantes respecto a otros trabajos previos. Entre dichos trabajos destaca, por supuesto, la biografía de Gómez-Moreno publicada por su hija María Helena en 1995. Aunque Bellón se refiere con frecuencia a aquel trabajo, el suyo es un estudio mucho más equilibrado en la valoración global de la figura de Gómez-Moreno, con un fuerte componente teórico, y muy bien documentado a partir, sobre todo, del archivo de Gómez-Moreno depositado en la Fundación Rodríguez-Acosta de Granada.

    El segundo de los bloques abandona el ámbito biográfico para centrarse en el propiamente historiográfico. Allí Bellón analiza y contextualiza dos de los temas principales de Adam y la prehistoria: (1) la compleja relación entre el proceso de hominización y los postulados creacionistas (Gómez-Moreno era un ferviente católico, convencido de la veracidad de los primeros capítulos del Génesis como guía para la historia sobre el origen de la humanidad) y (2) el papel de la cultura ibérica en el pensamiento de Gómez-Moreno y, en general, en la historiografía española de la época.

    El estudio de Bellón es sólido, está muy bien documentado, estructurado y expuesto, con lo que se convierte sin duda en un texto imprescindible y de gran valor académico para el análisis de la figura de Manuel Gómez-Moreno.

   Terminada esta rápida valoración, finalizamos nuestro comentario apuntando algunas cuestiones de detalle que, creemos, pueden resultar de ayuda al lector durante su aproximación a la obra. En la página XXVI Bellón cita a Wilamowitz-Möllendorf, Frickenhaus y Kossinna como los maestros de Bosch Gimpera durante su estancia en Berlín como pensionado de la JAE. A esos nombres es obligatorio añadir el de Hubert Schmidt, a quien el propio Bosch en sus memorias reconocía como su principal influencia durante su estancia en Alemania. En la página CXXI Bellón menciona a Martín Almagro, Lluís Pericot y Julio Martínez Santa-Olalla como los integrantes de una generación de arqueólogos formados en la Universidad Central con Obermaier. En este sentido es importante señalar que Pericot fue discípulo de Bosch Gimpera y no de Obermaier. Si bien es verdad que se vio obligado a trasladarse a Madrid en 1918 para realizar sus estudios de doctorado, su relación con Obermaier fue breve y superficial. En la página CLXXIX n. 226 el autor ofrece un listado de trabajos biográficos sobre arqueólogos de finales del s. XIX y mediados del s. XX. En esa lista, en la entrada dedicada a Martín Almagro debe añadirse la referencia de F. GRACIA, Arqueologia i política, Barcelona 2012, donde se hace un magnífico análisis de la etapa barcelonesa de Almagro (1939-1962). Asimismo, Bellón lamenta que la mayoría de los trabajos citados en dicha nota hacen un uso muy limitado o nulo del material de archivo. La afirmación es inexacta, por cuanto muchos de los trabajos allí mentados se basan precisamente en el uso abundante de la documentación de archivo (p.e. las obras del propio Gracia, Gómez Pantoja, Casado, etc.). En la página CCXXVI se apunta que Bosch Gimpera inició su labor docente en la Universitat de Barcelona en 1915. En realidad, la fecha correcta es 1916, cuando Bosch ganó las oposiciones a la cátedra de Historia Universal (Antigua y Media), siendo nombrado el 26 de mayo de aquel año. Su primer curso académico en la UB fue, por lo tanto, el de 1916-17 y no 1915. En la página CCXXVIII Bellón afirma que tras la guerra civil Pericot y Domingo Fletcher impulsaron desde Valencia los estudios sobre la cultura ibérica. Lo cierto es que Pericot había abandonado su cátedra de Historia Moderna y Contemporánea en la Universidad de Valencia y vuelto a la Universitat de Barcelona (en aquellos momentos “Universitat Autónoma de Barcelona”) en 1933. De esta forma, tras la guerra civil hacía casi una década que Pericot estaba en Barcelona y no en Valencia.

    Más allá de esos pequeños detalles, fácilmente subsanables, lo cierto es que la edición de Adam y la prehistoria supone una magnífica noticia para los historiadores de la arqueología en España. Si a dicha obra le sumamos Etnologia de la Península ibérica de BOSCH GIMPERA (edición de J. Cortadella, 2003), Arqueología española de MÉLIDA (edición de Margarita DÍAZ-ANDREU, 2004) y El hombre prehistórico y los orígenes de la humanidad de OBERMAIER (edición de Carlos CAÑETE y Francisco PELAYO, 2014), nos encontramos con que Urgoiti ha completado ya la publicación del elenco de autores que componen lo que podríamos denominar como el canon historiográfico de la arqueología española durante las primeras décadas del siglo XX.

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