Historia, Trabajo y Sociedad, núm. 2, 2011

Por Jesús de Felipe (Univ. de La Laguna).

   La reedición de obras fundamentales escritas por los protagonistas de la historia española es siempre una buena noticia, más aún cuando se trata de escritos que han tenido una escasa difusión en nuestro país por haber sido publicados fuera de España y en idiomas distintos a los españoles. La España contemporánea, del republicano socialista Fernando Garrido, es uno de estos casos. Este trabajo vio la luz en francés en 1862 (Bélgica) y en 1865 apareció su edición castellana, que, según su portada, era una versión corregida y considerablemente aumentada de la primera edición francesa. Tan corregida y aumentada estaba la segunda que ambas ediciones, la francesa y la castellana, pueden considerarse obras distintas. La edición francesa estaba, además, dirigida al público europeo, al que Garrido quería exponer su interpretación de la historia española entendida en clave demócrata. El hilo conductor de esta historia era, para el pensador republicano, el ascenso de la lucha por la libertad del pueblo español que culminaba con el triunfo del movimiento demócrata y el hundimiento del absolutismo, la Iglesia y el conservadurismo. Para demostrar esta interpretación, Garrido empleó las primeras y escasas fuentes estadísticas confeccionadas en España en el siglo XIX, a partir de las que construyó los datos que avalaban su visión progresista y teleológica de la evolución histórica.

   El estudio de esta obra nos permite conocer mejor el pensamiento de Garrido, pero resulta igualmente útil por otras dos razones: en primer lugar, hace posible ahondar en el conocimiento de las denominadas transferencias culturales entre los intelectuales progresistas europeos y españoles, y, de manera más concreta, en la construcción de la imagen de España en Europa por los activistas demócratas. En segundo lugar, se trata de uno de los primeros estudios históricos españoles que emplean fuentes estadísticas. Ello lo convierte en una referencia clave en los análisis del desarrollo de la estadística en España y sus aplicaciones científicas, en este caso, al campo de la historia.

   De ahí que debamos felicitarnos por su publicación por Urgoiti Editores. Se trata, además, de una cuidada edición que cumple con los requisitos exigibles para una obra de estas características, dotada de un encomiable aparato crítico. Los traductores y editores han tenido especial cuidado en adaptar el francés del siglo XIX al castellano moderno y han investigado exhaustivamente las fuentes empleadas por Garrido, señalando y corrigiendo, cuando era oportuno, incorrecciones como las debidas a los errores de cálculo en las adiciones de las tablas de datos presentes en el original.

   Otro aspecto positivo de esta publicación es su extenso prólogo (pp. V-CXIII), escrito por Florencia Peyrou y Manuel Pérez Ledezma, sobre el que me extenderé en esta reseña. Se trata de un riguroso estudio que es una excelente introducción a la vida y obra de Garrido. Sus autores, dos de los principales especialistas actuales en la historia de los movimientos políticos y sociales españoles del siglo XIX, demuestran en él su amplio conocimiento de la biografía, el pensamiento y los proyectos del líder republicano, así como del contexto histórico en el que éstos adquirieron su sentido.

   El prólogo se estructura en tres amplios apartados. El primero (pp. VII-LII) expone una sucinta biografía de Garrido dividida en varias etapas. En él se aborda su juventud y su entrada en los círculos socialistas y demócratas gaditanos (1821-1845); los inicios de su activismo político en Madrid (1845-1850); su participación en las campañas propagandísticas republicanas en la década de 1850 (1850-1856); su exilio a Europa huyendo de la represión moderada, momento en el que Garrido estableció relaciones con los grupos revolucionarios europeos y publicó La España contemporánea (1856-1868); su labor como diputado y propagandista en el Sexenio Revolucionario (1868-1874), y su oposición al sistema de la Restauración en la etapa final de su vida (1874-1883). En estas páginas, el líder republicano se va perfilando como un convencido propagandista del republicanismo y diversas tendencias socialistas de mediados del siglo XIX, más interesado en la difusión social de los principios ideológicos de estos movimientos (tarea en la que tuvo un éxito creciente) que en la participación en la política formal.

   De este primer apartado merece la pena destacar los nuevos datos biográficos que completan los ofrecidos por otras biografías de Garrido, especialmente en lo que atañe a cuestiones investigadas en los últimos años como las sociedades secretas revolucionarias. Asimismo, los autores proporcionan nueva información de fuentes directas de archivos nacionales y extranjeros, entre estos últimos los National Archives (Londres) o los Archives du Ministère des Affaires Etrangéres (París).

   El segundo apartado es una sintética y bien organizada descripción del pensamiento del líder republicano (pp. LIII-XCII). En él se señalan las diversas influencias que se rastrean en sus obras, aunque es en el estudio pormenorizado de las distintas cuestiones que estructuraron sus reflexiones escritas donde se encuentra la aportación más relevante. Desde una perspectiva cercana a la historia de las ideas, los autores han reconstruido en detalle las implicaciones teóricas y prácticas de las nociones fundamentales que articularon los escritos y los proyectos de Garrido, como las de democracia, ciudadanía, reforma social, república federal o nación, así como su postura frente a la participación de la mujer en el proyecto republicano y a las relaciones entre la Iglesia y el Estado. Peyrou y Pérez Ledesma destacan las relaciones de estos conceptos con un marco político más amplio, el de los grupos revolucionarios y reformistas europeos del siglo XIX. De esta manera, muestran los vínculos existentes entre las reflexiones de Garrido y su entorno intelectual, patentes tanto en sus puntos de unión como en las discusiones con otros activistas radicales. La exposición resulta bastante completa y profunda, aunque hubiera sido interesante analizar con mayor detenimiento una cuestión clave: la postura de Garrido con respecto a la actuación concreta del Estado para resolver la cuestión social y mejorar las condiciones de trabajo de los obreros, la cual se señala pero no se desarrolla (p. LXVII). Un estudio más extenso en este asunto ayudaría a entender y distinguir mejor su perspectiva respecto a la legislación sociolaboral que se elaboró a finales del siglo XIX.

   En el tercer apartado (pp. XCII-CVIII) se exponen las características de la perspectiva histórica de Garrido, en la que se encuadra La España contemporánea. Peyrou y Pérez Ledesma señalan la conexión existente entre dicha perspectiva y las filosofías modernas de la historia que se entendieron en la Europa del siglo XIX. En dichas filosofías, el progreso se convirtió en la melodía de fondo que resonaba en las diversas composiciones plasmadas en los estudios históricos. Garrido entronca plenamente con este contexto filosófico. Sus obras históricas reflejan una inquebrantable confianza en el avance social, político y moral de la humanidad, plasmado en lo que identifica como una creciente liberación del pueblo bajo la forma de la progresiva implantación del régimen democrático. Según Garrido, aprender historia es útil porque el progreso no es fatal, sino que necesita de la participación activa de individuos emancipados gracias al conocimiento de su libertad, la cual es la única que puede despejar los obstáculos que lastran el avance de la humanidad. A este respecto, para él (como para los intelectuales contemporáneos que asumían esta confianza en el progreso) la historia era una herramienta educadora que mostraba tanto los aciertos liberadores del pasado que convenía seguir para garantizar ese progreso, como los errores históricos que debían evitarse. Es a partir de estas nociones fundamentales como Garrido estructura un relato histórico de carácter militante, que concede al movimiento demócrata-republicano el papel del adalid de la lucha por el progreso e identifica a los partidos conservadores, los absolutistas y la Iglesia con los obstáculos para el avance de la humanidad. El apartado acaba con un breve análisis de La España contemporánea (pp. C-CVIII) que incluye un resumen y una exposición de las herramientas metodológicas empleadas por el autor. Ello permite al lector apreciar mejor el significado histórico de esta obra, lo que convierte a este análisis en una introducción idónea para su lectura.

   Este último apartado da paso a un completo índice bibliográfico de los escritos de Garrido (pp. CIX-CXIII) que abarca las ediciones originales de sus libros, opúsculos y folletos (incluidas las que firmó bajo pseudónimo), sus traducciones de libros de autores literarios europeos y, por último, las publicaciones periódicas en las que participó.

   Como señalé antes, este prólogo es una buena introducción para los lectores no familiarizados con este personaje histórico ni con los movimientos políticos y sociales españoles del siglo XIX. Ahora bien, también es un trabajo de especial relevancia para los especialistas, pues en él se esboza una nueva perspectiva histórica sobre Garrido. En los estudios biográficos anteriores (E. Martínez Pastor, E. Aja, J. Maluquer), Garrido era considerado como un ideólogo de la clase burguesa o pequeño-burguesa más progresista, cuya perspectiva política estaba determinada por los intereses atribuidos a esa clase. Esta idea se ha puesto en cuestión en los estudios sobre republicanismo de los últimos veinte años, los cuales han traído consigo una profunda renovación de este campo de estudios en la que los autores del prólogo han tenido un papel clave. Los resultados de estos nuevos trabajos de investigación (N. Townson, M. Suárez Cortina, J. Álvarez Junco, M. Pérez Ledesma, A. Duarte y, más recientemente, F. Peyrou, R. Miguel, J. de Diego, entre otros) muestran que el republicanismo no puede reducirse a una opción ideológica de la clase media. Más bien, sus principios ideológicos, sus proyectos y sus relaciones con otros movimientos sólo pueden entenderse en sus propios términos y enmarcándose en contextos culturales o culturas políticas amplias y complejas, cuyo origen y evolución tienen poca relación (o una relación distinta a la que se pensaba) con la clase. Ello explica el novedoso tratamiento que Peyrou y Pérez Ledesma proporcionan a asuntos fundamentales como las relaciones entre los progresistas, los demócratas y los socialistas españoles a mediados del siglo XIX, considerados grupos que forman parte de un magma u horizonte político cuya lógica histórica es necesario entender para explicar sus propuestas y acciones (pp. XVI-XXII).

   Al tratarse de un prólogo, el objetivo de los autores no es emprender la reescritura de la biografía de Garrido, para lo que habría que profundizar en algunas cuestiones que son más descritas que explicadas (los apartados segundo y tercero son más una reconstrucción del pensamiento de este autor que la explicación de su génesis histórica). No obstante, este trabajo constituye un excelente punto de partida para emprender una necesaria reconsideración historiográfica de las biografías de toda una generación de pensadores y activistas republicanos de la que Garrido fue un notable representante.

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