Hispania, núm. 227, 2007

Por Jaume Aurell.

   La reedición de esta obra clásica de Vicens se encuadra en el marco de la vitalidad que ha experimentado la historia de la historiografía española en los últimos veinte años. Del secano hemos pasado al regadío que representa la consolidación de esta subdisciplina en el panorama historiográfico español. La producción propiamente historiográfica se ha acrecentado considerablemente desde los años ochenta, tanto en cantidad como en calidad. Las investigaciones se han multiplicado y han adquirido la forma de los más diversos géneros históricos. De la Universidad de Zaragoza surgieron las pioneras tesis doctorales de Ignacio Peiró sobre la historiografía española de la Restauración y de Gonzalo Pasamar sobre la historiografía de la posguerra. En el ámbito catalán aparecieron algunas biografías de historiadores modélicas, como la de Enric Pujol sobre Ferran Soldevila, Josep M. Muñoz sobre Jaume Vicens Vives y Francesc Vilanova sobre Ramon d’Abadal.

   En Navarra siguieron organizándose las “Conversaciones Internacionales” sobre temas historiográficos de calado teórico, surgidas del impulso de Valentín Vázquez de Prada, Ignacio Olábarri y Agustín González Enciso. La Universidad de Santiago ha impulsado, por medio de Carlos Barros, los internacionales congresos “Historia a Debate”, que se han consolidado como un importante foro de debate, especialmente entre los países de habla hispana. Otros historiadores han publicado obras más generales, como Josep Fontana, Elena Hernández Sandoica, Julio Aróstegui, José Andrés-Gallego, Fernando Sánchez-Marcos, Pedro Ruiz Torres y Miguel Angel Cabrera. Esta generosa siembra de trabajos teóricos y prácticos entorno a la historioria de la historiografía española ha dado como fruto los indispensables Diccionarios de historiadores españoles (Gonzalo Pasamar e Ignacio Peiró) y catalanes (coordinado por Antoni Simon).

   Resulta complicado avanzar en el debate historiográfico si se olvida o se arrincona la experiencia de nuestros historiadores clásicos. La editorial Urgoiti Editores, animada en su vertiente historiográfica por Jesús Longares, se ha propuesto reeditar las principales obras de los historiadores españoles con mayor proyección. Se trata de un ambicioso proyecto, enmarcado en la “Colección Historiadores”, dirigida por Ignacio Peiró, en cuyo catálogo y página web aparecen ya los historiadores y obras que se pretenden reeditar, junto con los académicos a quien se les ha encargado ese trabajo. En ese Catálogo se puede leer: “Esta editorial se ha propuesto crear una biblioteca de clásicos de la historiografía española, para lo cual ha elaborado un primer catálogo de aproximadamente medio centenar de autores del período 1833-1975, el de la formación de la historiografía española contemporánea.”  (Colección Historiadores, Catálogo General, Urgoiti Editores, p. 8). Los autores seleccionados son representantes de las principales tendencias historiográficas españolas contemporáneas: la historiografía liberal decimonónica (Modesto Lafuente, Antonio Pirala), la romántica (Víctor Balaguer), la académica de la época de la Restauración (Antonio Cánovas del Castillo, Fidel Fita), la primera y segunda generación de los historiadores profesionales de principios de siglo (Rafael Altamira, Antonio Ballesteros Beretta, Pere Bosch Gimpera), la erudita de la posguerrra (Ramon d’Abadal), y la de la segunda modernización historiográfica, ya durante el franquismo (Jaume Vicens Vives, José Antonio Maravall, Jesús Pabón).

  La elección de Jaume Vicens Vives no puede sorprender a nadie, puesto que hay un acuerdo bastante generalizado respecto a su capacidad de liderazgo en la renovación de la historiografía catalana y española en un momento decisivo de su historia. Vicens es considerado medievalista por los medievalistas (gracias sobre todo a sus modélicos trabajos sobre el siglo XV: la tesis doctoral sobre Fernando el Católico, su historia de los Remensas y su biografía contextualizada de Juan II), contemporaneista por los contemporaneistas (gracias a sus trabajo sobre industriales y políticos en el siglo XIX), historiador de la economía para los economistas (gracias a sus análisis de evolución económica de Cataluña y a su labor docente en esa Facultad), ensayista para los ensayistas (sus “Aproximación a la historia de España” y “Noticia de Cataluña” son modélicos) y manualista consumado (su “Historia moderna universal” y su “Manual de historia económica de España” han alimentado varias generaciones de historiadores españoles). Además, es bien conocida su labor como agitador cultural, editorialista y galvanizador de iniciativas en un mundo tan estático como el que le tocó vivir.

  El presente volumen se inicia con una introducción elaborada separadamente por Josep M. Muñoz i Lloret, biógrafo de Vicens, y por Paul Freedman, profesor de historia de la Universidad de Yale y medievalista con reputación internacional, especializado en historia social y económica de la Cataluña medieval. En el primer apartado, Muñoz realiza un repaso de la biografía intelectual de Jaume Vicens poco novedosa, porque como él mismo reconoce está basada fundamentalmente en su magnífica biografía Jaume Vicens i Vives (1910-1960). Una biografía intel.lectual (1997). Su valor es básicamente divulgativo y sintético. Muñoz analiza posteriormente al Vicens-historiador, repasando los principales debates historiográficos en los que se encuadró y ahondando especialmente en su compromiso con la escuela de los Annales y con una historia de carácter socioeconómico. Freedman, por su parte, comenta las obras históricas más características de Vicens, en el marco de la obra sobre el rey Juan II que se reedita en el volumen. Quizás lo más interesante y original de su aportación es el análisis de la proyección internacional de la personalidad y la obra de Vicens, que Freedman expone en las pp. XLIV-XLVI.

  Freedman comenta además con sutileza la tendencia al presentismo que domina toda la obra de Vicens, quien no dudaba en calificar al siglo XV como el siglo más parecido al siglo XX. Sus paralelismos entre la guerra civil catalana medieval y la guerra civil española contemporánea son evidentes, aunque raras veces explícitamente declarados. El medievalista norteamericano habla de la influencia de Toynbee sobre Vicens, en el marco del “Vicens metodológicamente ecléctico, el cual pudo así englobar lo cuantitativo con lo biográfico, la narración de los logros individuales con el bosquejo de las determinantes geográficas” (p. LIII). El apartado más convincente de la introducción es el que Freedman titula “Crisis y revolución en la Cataluña del siglo XV”, donde explora las ideas centrales de Vicens sobre ese siglo crucial para Cataluña, poniéndolas sobre todo en relación con el libro sobre Juan II. No en vano la crisis catalana del cuatrocientos ha alimentado un intenso debate (Vicens – Vilar, Carrère – Del Treppo) que todavía hoy dura.

  El texto de la introducción queda algo deslabazado, sobre todo porque no está demasiado claro con qué criterio ha hecho cada uno su parte, y se producen algunas repeticiones que se podrían haber evitado. Queda patente, eso sí, la enorme capacidad de trabajo de Vicens, su infatigable labor de liderazgo historiográfico, su compromiso con la sociedad de su tiempo, su tendencia al pacto más que a las soluciones polarizadas, y su eficaz trabajo de agitación cultural. Finalmente, surge la pregunta que todos los biógrafos de Vicens terminan planteándose: ¿qué hubiera sucedido si Vicens hubiera vivido más tiempo? En 1960, fecha de su prematura muerte a los 50 años, dejaba una escuela todavía algo inmadura, un liderazgo generacional que no fue ocupado por nadie y, sobre todo, unos ámbitos disciplinares de renovación – sobre todo, la práctica de la historia socioeconómica de regusto Annalista y la historia económica como disciplina específica – que fueron eficazmente aprovechados por la siguiente generación de historiadores españoles, la de la verdadera modernización.

  La selección de la obra de Juan II está justificada por los editores por tratarse de un trabajo en el que Vicens combina al mismo tiempo investigación original, gran fuerza narrativa y aportaciones historiográficas, algo que hoy firmarían los mejores representantes de la historia narrativa, tan en boga entre la historiografía anglosajona. Es de agradecer la iniciativa de la reedición del Juan II de Vicens, porque el libro se había convertido en una auténtica rareza bibliográfica, lo que no era natural tratándose de una obra con un indudable interés propiamente historiográfico. El texto está rematado, además, con un índice onomástico y toponímico que agradecerán muchísimo los especialistas en el siglo XV catalán y español.

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