Habis, núm. 37, 2006b

Por José Beltrán Fortés.

La editorial Urgoiti ha iniciado en los últimos años un interesante proyecto de publicaciones cuyo objetivo es la reedición de diversas obras claves para el desarrollo de la historia en España, con un eminente análisis historiográfico basado -a mi juicio de una forma muy acertada- en la presencia de amplios estudios previos por parte de destacados especialistas. En tales análisis se trata no sólo la figura del autor y de la obra que se reedita, sino el contexto histórico en que se desarrolló y su repercusión en la investigación del momento y posterior. Dentro de la serie de obras seleccionada han salido ya a la luz tres que afectan por su temática y autores a la historia de la Arqueología española, y en concreto al período fundamental para su establecimiento en nuestro país de fines del s. XIX y los inicios del s. XX. Por tanto, al menos desde los completos análisis historiográficos que las acompañan, son complementarias porque estudian aquel período fundamental para la Arqueología española, que asimismo se verá mediatizado por la coyuntura histórica de los acontecimientos generados a partir del desastre del 98. Además, desde la perspectiva sociológica de sus autores también se complementan, pues tratan una figura exponente de la Arqueología centralista de Madrid (José Ramón Mélida, con su Arqueología Española, 1929), otra de la principal Arqueología periférica, la catalana (Pedro Bosch Gimpera, con su Etnologia de la Península Ibèrica, 1932) y, finalmente, un tercero representativo de la Arqueología colonialista extranjera tan determinante en aquellos momentos (Adolf Schulten, con su Numancia, 1945) Es por ello que creemos oportuno llevar a cabo la reseña de las tres obras a la vez, ordenadas en función del año de edición original. Finalmente, sólo cabe felicitar esta iniciativa editorial, de gran interés.

La actual edición y estudio de la obra de José Ramón Mélida y Alinari (1856-1933) Arqueología española (Barcelona, Labor, 1929) ha sido llevada a cabo por Margarita Díaz-Andreu (Univ. de Durham), buena especialista de la historia de la Arqueología española del s. XX. El estudio de Díaz-Andreu se centra de forma exclusiva en el análisis historiográfico de la figura de Mélida (y, por ende, del contexto de la arqueología española del último cuarto del s. XIX y primeros decenios del XX), con su valoración desde un punto de vista sociológico, a partir de su relación con las instituciones y personajes que “dominaban” en el panorama español el ámbito de los estudios de la antigüedad. Los inicios del s. XX asisten a un marco ciertamente cambiante en los estudios históricos en España (y por ende arqueológicos), ya que la Universidad Central de Madrid (desde 1900) y la Junta de Ampliación de Estudios (JAE) (creada en 1907) sustituyen el anterior protagonismo de las Reales Academias de la Historia y de Bellas Artes, aunque éstas instituciones siguen manteniendo, en general, influencia y -sobre todo- prestigio apetecibles. Como es sabido, en 1900 se cierra la Escuela de Diplomática y los estudios superiores de Arqueología se imparten en la Universidad de Madrid, mientras que en el seno de la JAE se crean -como instituciones más destacadas- el Centro de Estudios Históricos (CEH) (en 1910) (con una sección de Arqueología dirigida por Manuel Gómez-Moreno) y la Junta Superior de Excavaciones y Antigüedades (JSEA) (en 1912). En el marco institucionalizado de Universidad y Museos, Academias y excavaciones oficiales desarrolló Mélida una fructífera vida académica, escalando peldaños hasta llegar a la cúspide. La tesis de Díaz-Andreu sostiene, no obstante, que su mayor dificultad en el ámbito de la Arqueología fue el no haber formado parte del CEH (especialmente favorecido en el período de la preguerra) y que impidió que Mélida conformara una escuela y que su obra tuviera una repercusión mayor que la tuvo. A partir de esa tesis las casi 200 páginas que ocupa este estudio previo constituye un muy bien documentado análisis del marco social e institucional de la Arqueología española madrileña a caballo entre los dos siglos XIX y XX.

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Del estudio dedicado por M. Díaz-Andreu a Mélida, a la “génesis, pensamiento y obra de un maestro”, destaca, pues, el análisis de su figura en el marco de la Arqueología española y sus relaciones institucionales, donde el arqueólogo madrileño llegó a alcanzar una posición destacada aunque -apunta la autora- derivó a un “olvido posterior de su nombre y su gran talla como profesional” (p. XV). Precisamente esta iniciativa palia de forma adecuada ese hecho y sitúa a Mélida dentro de su contexto historiográfico. Además, la reclamación de un estudio más amplio parece que ha tenido pronta respuesta ya que -a fines de 2005- se ha presentado en la Universidad Complutense una tesis doctoral sobre su figura y obra (llevada a cabo por Daniel Casado Rigalt).

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