Diario de Mallorca, 24 de noviembre 2011

Por Jorge Maíz Chacón.

   Mientras la inmensa mayoría de mortales de estos territorios se lanzaban poseídos delante de la caja televisiva para ver la primera versión de ‘Gran Hermano’, un pequeño grupo de historiadores, amantes del libro y amantes de la Historia, ponían en marcha uno de esos proyectos que generalmente suelen pasar desapercibidos.

   Unos románticos de la edición se ponían a rebuscar, de entre las polvorientas estanterías, textos que habían desaparecido de las librerías como por arte de magia y que exclusivamente se encontraban en pocas y suculentas colecciones familiares. Fruto de esa quijotesca idea, hoy podemos detenernos placenteramente en el catálogo de Urgoiti Editores. Consecuencia directa de esas horas en oscuros pasillos llenos de miles de páginas, ha sido la nueva edición de la Vida de Carlos V tras su abdicación. Un libro publicado originalmente en el año 1856, fruto del estudio de William H. Prescott, quien como hiciera Washington Irving en sus Cuentos de la Alhambra, nos ofrece un descriptivo a la vez que humanizado retrato sobre los últimos días del Emperador de Gante, Carlos V. Una aportación con excelentes dotes narrativas, que ha sobrevivido al paso de los tiempos y de los estilos, y que ha sabido aguantar los dimes y diretes de las diversas escuelas históricas. Una superación generacional difícil de suceder y reducida a poquísimos clásicos de la historiografía moderna.

   Prescott está considerado como uno de los primeros hispanistas del siglo XIX y uno de los pocos autores de Historia de esa época que era leído con atención en ambas orillas atlánticas. En esta ocasión, nos deleita con las obsesiones del monarca antes de su muerte, con un relato en el que discierne su fuerte condición religiosa, el proyecto de difusión del cristianismo por todos los lares, y sus angustias, presentes incluso aun en sus momentos más fatídicos. La obra es un gran aporte, nos sumerge en la historia decimonónica, en su vertiente más romántica y literada, una historia erudita y sumamente imparcial en sus análisis, algo dicho sea de paso muy habitual en su época.

   La figura del hispanista es a su vez rigurosamente analizada por un prólogo tan amplio como necesario. La introducción de Iván Jaksic nos acerca al autor, al contenido, y nos sugiere una contextualización de las páginas que rodean la vida de Carlos V. Salir del mundo de la superficialidad histórica de los acontecimientos, es también exponer sobre la mesa las filias y las fobias de los sujetos históricos para el conocimiento de especialistas y aficionados, pudiendo así hacerse una visión más completa del pasado, y de eso Jaksic parece que sabe bastante. La lectura del prólogo es un grato ejercicio que se convierte en un viaje en el tiempo, igual que mirar en el fondo de los otros títulos que lleva publicados Urgoiti: hacerlo es visitar una galería de estantes del siglo XIX de cualquier vetusta institución y poder releerlos una y otra vez. También sus aportaciones suponen acercarnos a la Ilustración, al Liberalismo político o a las rupturas históricas desde ópticas actuales.

   Sin duda, estas reediciones son la perfecta coartada para volver a plantearnos los clásicos de la Historia. Las distintas concurrencias de este proyecto editorial son esenciales para la reflexión continua de nuestro pasado. En definitiva, una breve a la vez que sugerente aportación para cualquiera de nuestras bibliotecas, sobre el retiro y la abdicación de Carlos V en el austero monasterio de Yuste, lugar elegido para su reposo. Tenemos ahora la oportunidad de leer esos últimos días del monarca en su silencioso retiro hasta el año 1558, momento en el que fallece. Por tanto, podremos acercarnos a sus tediosas lecturas de las obras clásicas de la época, desde Julio César a Tácito, pasando por otros autores que siempre convergen en la magna obra de San Agustín. Sin duda, un gran aporte para nuestros estantes, máxime cuando la tarea de editar libros y comprarlos no es fácil. Desde luego, cuando se edita por placer e interés el resultado salta a la vista y es mucho más jugoso.

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