El Día de Córdoba, 23 de abril 2005

Por Alfredo Asensi.

  El Valera novelista, el Valera diplomático y el Valera político oscurecieron otras facetas del escritor egabrense, tan rico en perfiles e inquietudes. Una de ellas es el Valera historiador. Urgoiti Editores repara ahora este olvido con la publicación en un volumen de la Obra histórica completa del escritor en edición crítica de Leonardo Romero Tobar.

   “Valera quiso ser historiador”, señalan fuentes de la editorial, “lo fue al modo como tal oficio era entendido en su tiempo y proyectó ambiciosos planes de construcción historiográfica”. El volumen ofrece la totalidad de su obra histórica, “desde la continuación de la Historia general de España de Modesto Lafuente, su aportación historiográfica más importante”, que se presenta en una edición crítica en la que “se ha podido determinar cuáles fueron exactamente los capítulos debidos a su pluma”. Los trabajos (que incluyen numerosos artículos de tema histórico, entre ellos el prólogo a la Vida de Carlos III escrita por el conde de Fernán-Núñez) se ofrecen ordenados cronológicamente.

   En el estudio preliminar de la obra, Romero Tobar (coordinador de la edición en seis volúmenes de la Correspondencia del egabrense) señala que, aunque la labor desarrollada por Valera como comentarista político “le granjeó en su tiempo un sólido prestigio como crítico literario, como analista político y también como penetrante expositor de materias históricas, en la estimación de los lectores posteriores a su tiempo este último aspecto pasa casi desapercibido”.

   El volumen, indica el experto en Valera, recoge en sus más de 800 páginas “textos inequívocamente históricos salidos de su pluma y otros que oscilan entre la historia y el ensayo cultural y responden a una clase de escritura entreverada de conocimiento científico que encontró asiento estable en las letras españolas durante los años en los que Valera produjo su obra literaria”.

   Romero Tobar, catedrático de Historia de la Literatura de la Universidad de Zaragoza y gran especialista en la novela española del siglo XIX, explica en su texto introductorio que, cuando escribe como historiador, Valera “reduce a la mínima expresión el estilo irónico y humorístico con el que salpimenta la prosa de sus trabajos periodísticos y, no digamos, de sus cartas”. Y, en referencia a la gran aportación historiográfica del autor de Pepita Jiménez (la prolongación de la obra de Lafuente), apunta: “En 1882, al escribir la continuación de Modesto Lafuente, no sólo poseía la perspectiva amplia de quien había leído ya a muchos escritores significativos del romanticismo europeo (…), sino que su visión literaria había madurado en las conversaciones con algunos sujetos muy activos en los años románticos y que terminaron siendo buenos confidentes suyos”.

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