Cuadernos de Historia Moderna, núm. 37, 2012

Por David Alonso García.
    La existencia de un hispanismo norteamericano de luenga fortuna constituye una realidad irrefutable. Todos recordamos investigadores de notable valía, como pudieran ser D. Vassberg, C. Phillips, R. Kagan, J. B. Owens, Sara T. Nalle, T. Ruiz o P. Willians, por citar solo alguno de los muchos nombres que merecerían ser incluidos en este elenco, como exponentes de ese rico hispanismo que nos llega desde el otro lado del Atlántico. Súmese a ello otros investigadores, acaso no tan conocidos en los lares ibéricos, pero que tienen un interesante peso específico dentro del mundo académico estadounidense. El hispanismo norteamericano, y con ello los estudios específicos sobre Historia Moderna, constituye una escuela propia, de gran fortuna y diversidad, lo que no implica que sus aportaciones deban ser tomadas de modo acrítico o que su trayectoria no presente algunas sombras. Baste recordar, en cualquier caso, la existencia de asociaciones como la Society for Spanish and Portuguese Historical Studies para concluir que el interés en Estados Unidos por la historia de España es, cuanto menos, notable.
    W. H. Prescott (1796-1859) es uno de los padres fundadores de este hispanismo. Sus estudios adquirieron tal importancia que R. Kagan, entre otros, no dudó en definir su influencia en clave de “paradigma”. Efectivamente, obras como su History of the Reign of Ferdinand and Isabella, the Catholic(1838) o History of the Conquest of Peru (1847) han marcado, cuando no definido, toda una forma de entender el pasado hispano y sus relaciones con otros países o continentes. Visión en clave de decadencia y de oscurantismo religioso, pero también de cierta admiración por la cultura y los logros en materia de organización política. Alguno de estos postulados todavía continúa vigente en los imaginarios colectivos estadounidenses sobre la historia de España.
    Urgoiti Editores ha lanzado la traducción al español del apéndice incluido por Prescott en su edición del clásico History of the Reign of the Emperor Charles the Fifth (1769). Dicha traducción viene precedida de un completo estudio de Iván Jaksic sobre la vida y obra de Prescott. Además del análisis de contenidos de las principales obras del célebre hispanista norteamericano, el profesor Jaksic analiza la correspondencia inédita entre el hispanista norteamericano y otros destacados intelectuales de la primera mitad del siglo XIX, especialmente con P. Gayangos, a quien tanto debe la historiografía española. Es aquí donde, en nuestra opinión, reside el principal valor de esta publicación. Prescott siempre buscó la comprensión y ayuda de Gayangos en sus búsquedas documentales, en muchas ocasiones realizadas en condiciones difíciles ante la mala organización del Archivo de Simancas (afortunadamente resuelta), las reticencias gubernamentales o, incluso, el recelo de otros estudiosos siempre atentos a intentar bloquear cualquier tipo de competencia. A partir de estas líneas es posible comprobar la grandeza y miserias del trabajo de historiador en aquellos tiempos: amor por la investigación, pasión por el conocimiento, sí, pero también la presencia de todo un mercadeo de documentos para conseguir la “exclusiva” de su descubrimiento.
    La segunda parte del libro se corresponde con la edición del texto de Prescott sobre la vida de Carlos V en Yuste. El objetivo, de algún modo, era refutar la idea de Robertson sobre el presunto nulo interés de Carlos V sobre los acontecimientos de su tiempo a partir de 1556. Prescott, en este sentido, presenta diferentes testimonios de cómo a Yuste seguían llegando misivas en las que se reclamaba el consejo del Emperador. Éste, asimismo, mantenía sus audiencias con agentes venidos al monasterio con el fin de gozar de la gracia imperial. Junto a esto, la exquisita redacción y las cuidadas descripciones del retiro, su entorno, monjes, etc. convierten esta parte del libro en una verdadera delicia, en una de esas lecturas que permiten soñar despierto con el ambiente del monasterio extremeño.
    Se echa en falta, en cualquier caso, que la edición del texto de Prescott no vaya acompañada del correspondiente aparato crítico. Si, como asegura el profesor Jaksic, «el texto de Prescott está hoy científicamente superado» (p. 4), su maravillosa pluma habría agradecido la sapiencia del profesor Jaksic para saber más en torno a los lugares, acontecimientos o personajes que van apareciendo. El texto de Prescott tiene valor como testimonio historiográfico; su tratamiento debe ser tal, pues el lector podría confundir la belleza literaria con el conocimiento histórico. Sin el correspondiente estudio o anotación que permita establecer dónde y cómo han avanzado nuestros conocimientos sobre el Carlos de Yuste, el libro tiene un alto valor retórico, mas no tanto científico. Incluso esto es perfectamente perceptible en la bibliografía que acompaña la edición. El apunte bibliográfico se centra en la figura de Prescott, el hispanismo norteamericano o las formas de hacer historia que se tenían en la primera parte del siglo XIX. Empero, no aparece mención alguna a trabajos esenciales sobre los últimos años de vida del Emperador, como pudiera ser el caso del imprescindible Un imperio en transición de Mª J. Rodríguez Salgado.

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