Butlletí de la Reial Academia de Bones Lletres de Barcelona, vol. L, 2005

Por Joan Vernet.

    La editorial Urgoiti (Pamplona) ha tenido la feliz idea de introducir en su colección de «Historiadores», una serie de autores clásicos entre los cuales figuran varios catalanes o que trataron específicamente cuestiones del Principado. Varios de ellos fueron miembros de esta Real Academia como Pere Bosch Gimpera (1891-1974) (Etnologia de la Península Ibèrica), Ramon d’Abadal i de Vinyals (1888-1970) (L’abat Oliba, bisbe de Vic i la seva época), Jaume Vicens i Vives (1910-1960) (Juan II de Aragón: monarquía y revolución en la España del siglo XV), Víctor Balaguer (1824-1901) (Instituciones y Reyes de Aragón), Manuel Milá i Fontanals (1818-1884) (De los trovadores en España. Estudio de lengua y poesía provenzal), etc.

    Pero, evidentemente, las reediciones de estos textos no excluyen los de otros, también españoles, que aportan noticias interesantes para la Historia del Principado, en especial de la Edad Media, puesto que en las tierras del Reino de Aragón tuvieron lugar acontecimientos similares a los del resto de España y fue ocupado por los conquistadores árabes durante un siglo, en su parte septentrional, y cuatro o cinco en la meridional; de aquí que desde 1800, aproximadamente, los arabistas españoles intentaran poner al alcance de sus colegas historiadores los textos de las crónicas árabes. La clásica Historia de los musulmanes de España hasta la conquista de Andalucía [al-Andalus] por los almorávides (711-1110), del holandés R. Dozy (Leiden, 186i) [1820-1883], fue la primera en explotar las fuentes en árabe, latín, romance, etc., pero no cubría los ocho siglos de dominio musulmán. Por tanto, los arabistas españoles de los siglos XIX-XXI han ido rellenando esos huecos con monografías de detalle y obras generales de autores árabes o hebreos, algunos de los cuales se integran en la colección de Urgoiti.

    El primero de ellos es el titulado Decadencia y desaparición de los almorávides en España, escrito por Francisco Codera y Zaidín (1836-1917) y editado por Mª Jesús Viguera Molins (Pamplona, Urgoiti, 2004). Vaya por delante que la presente edición es la mejor habida hasta hoy, puesto que la autora tiene en cuenta la bibliografía existente en la época de Codera, la actualiza de manera exhaustiva, también corrige algunas pequeñas erratas de la edición original y expone datos nuevos que tienen especial relieve. Muchos los extrae del Legado Oliver Asín (m. 1980) quien, como nieto que fue de Don Miguel Asín Palacios, heredó los fondos privados de éste y otros eruditos españoles y extranjeros. Por tanto, el Estudio de este libro (CXXXVII págs.) constituye una Introducción magnífica a la obra que edita (220 págs.) pero además, aunque no se explicite, es un estudio sobre la evolución del arabismo español desde sus orígenes (fines del siglo XVIII), recogido, por ejemplo, en las obras de Fück o Manzanares de Cirre, que en el futuro tendrán que tener muy presente los autores de biografías de orientalistas.

    Empecemos por los almorávides, que en la segunda mitad del siglo XI constituyeron un vasto imperio que pronto se extendió desde el Níger hasta el Ebro e intentaron seguir adelante engullendo también Castilla y la Cataluña Vieja. Un par de intentos sobre esta última fueron frenados en los llanos de Martorell (1114)(1), aunque la caballería pudo saquear el oeste de Collserola en donde había un par pueblos. Es curioso comparar los estilos de Dozy, en cuyo texto se nota más el influjo de las crónicas (Maqqari), y el de Codera, puesto que en el de éste transparenta la utilización de las papeletas de documentos. Además, la dominación almorávide fue breve en al-Andalus (1086-1140) y coincidió con el gobierno de dos grandes guerreros castellanos, el rey Alfonso VI (c.1040-1109), que reconquistó Toledo, y el Cid (c. 1043-1099), que se hizo dueño de Valencia (1094-1102) y que sólo después de su muerte caería en manos almorávides.

    Dentro de esa época, los datos que me parecen más interesantes son los de la primera mitad del siglo XII, puesto que poco después del momento de máximo esplendor de esa dinastía, es decir, el de Yusuf ibn Tashfin (m. 1106) empiezan a surgir unos nuevos reinos de taifas, los segundos, algunos de los cuales son regidos por caudillos mudéjares como Ibn Mardanish (¿Ibn Martínez?), o el «Rey Lobo» de Murcia que llegó a gobernar una gran parte del Levante español, al mismo tiempo que en el Algarbe las cofradías místicas alcanzan gran poder siendo Ibn Qasi uno de sus jeques más importantes. Por otra parte, en el mar, donde la escuadra almorávide casi dominó las aguas desde las Baleares hasta Canarias. Sus marinos, los «almirantes» de la familia Banu Ganiya y otros, ejercieron un dominio notable y chocaron con la flota de los catalanes y de las repúblicas italianas, especialmente Pisa y Génova, que empezaban a adquirir el monopolio del comercio sobre todo el Mediterráneo.

    Aparte de los datos referidos al reino de Aragón, me ha interesado muy especialmente la obra original de la autora (lo he dicho más arriba), que constituye una importante puesta al día del orientalismo europeo y de la historia del arabismo español. Éste se inicia con las obras de Casiri y de José Antonio Conde (esta última, floja, pero menos mala de lo que Dozy creía) y a partir de ese momento comienza el desarrollo, que conduce hasta nuestros días, con Pascual de Gayangos (1809-1897), maestro de Codera con quien empieza ya la Escuela de Arabistas Españoles, cuyos primeros miembros fueron Ribera, Asín y García Gómez.

(1) Creo haber leído que en uno de ellos fue hecho prisionero por los catalanes Avenpace (m. 1139), inventor del zéjel y célebre filósofo árabe que rescatado pronto pudo volver a Zaragoza.

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