Arqueoweb, núm. 9/1, 2007

Por Alfredo Jimeno Martínez.

La Historia de Numancia es una de las obras más destacadas del profesor alemán Adolf Schulten, ahora editada en la magnífica colección  “Historiadores”, de Urgoiti Editores, dirigida por Ignacio Peiró. El estudio preliminar de esta edición científica ha sido encargado a un experto sobre historiografía de temas relacionados con el mundo antiguo, como es Fernando Wulff Alonso, quien, de acuerdo con el enfoque de esta colección, no se ha centrado sólo en la obra que se publica , sino que ha ido más allá, como él precisa: “hemos intentado hacer reflexiones más de fondo sobre principios y esquemas de pensamiento que encontramos en él” y que “su obra y su época se vieran acompañadas sobre reflexiones sobre el personaje mismo”…”cuyas características, vida y relaciones son evidentemente inseparables tanto de su obra como de ese mismo tiempo”, proporcionando de esta manera una aproximación con “conocimiento de causa” a las claves interpretativas sobre el autor y su obra.

  Historia de Numancia fue publicada inicialmente en alemán (Munich 1933) y traducida posteriormente al español, para inaugurar la Colección “Historia Laye”, de la Editorial Barna (1945), gracias al empeño de su Director D. Luis Pericot. Se trata de un resumen, de una magna obra, publicada en cuatro volúmenes, que Schulten editó, entre 1914-1931, sobre sus excavaciones en la ciudad de Numancia (1905), establecimientos militares y cerco de Escipión, así como de los campamentos de La Atalaya de Renieblas (1906-1912).

  El libro, que está dedicado “A Blas Taracena. Organizador del Museo Numantino, Director del Museo Arqueológico Nacional, como señal de aprecio y amistad”, es un buen referente de la concepción idealista y nacionalista del autor, así como de la narración de la historia de Numancia, en el contexto de las Guerras Celtibéricas (153-133 a.C.), y su lucha por la independencia como el precedente del espíritu del español y de la visión de la España eterna.

Wulff, que titula su aportación “Adolf Schulten. Historia Antigua. Arqueología y racismo en medio siglo de Historia Europea”, realiza el estudio historiográfico sobre el autor y su obra, a lo largo de más de cincuenta años, desde su primera visita a España, 1898, hasta su última estancia en 1956. Estructura su aportación alternando capítulos sobre sus obras, refiriéndose básica e ineludiblemente a la Historia de Numancia, a su Tartessos y a otras obras como las Fontes Hispaniae Antiquae (alude también a las de “cántabros y astures”, “Viriato” o “Sertorio”) que alternan con apartados dedicados a aspectos de contextualización temporal, social y política sobre su persona, como “Schulten antes de España”, “Entre dos guerras mundiales” y “Schulten tras la Guerra Civil. Glorias y olvidos”, precedidos de una introducción y un epílogo. Se trata de la aportación más extensa sobre la obra de Schulten, ya que ocupa 256 páginas, frente a las 205 que ocupa la obra editada.

En el apartado de “Schulten antes de España”, destaca la influencia esencial del profesor Ulrico von Vilamowitz-Möllendorf, en sus estudios universitarios, que fue la razón de que estudiara filología en la Universidad de Gotinga, entre 1888 y 1892, donde también se vio atraído por el profesor Treitschke. Las clases de ambos profesores serán para Schulten el modelo a impartir para conseguir la formación política y patriótica, que debería de ser el principal objetivo de la enseñanza. Se doctoró también en esta Universidad, pero su carrera docente e investigadora, desde que fue nombrado en 1896 profesor auxiliar, la realizaría en la Universidad de Erlangen.

La “Introducción: tiempos e historiografías” ya le sirve a Wulff para adelantar la caracterización del autor, que vuelve a repetir en los capítulos donde analiza su obra y su posición como investigador, así como en la parte final, lo que conlleva recurrencias, repeticiones y reiteraciones, en gran medida inevitable cuando se analizan diferentes trabajos del mismo autor, que ofrece una visión invariable, por lo que se mantienen constantes, observadas ya desde la primera obra.

F. Wulff hace constar la falta de una buena información biográfica ya que, además, la más completa es una autobiografía (publicada en su versión alemana en “Deutsche Zeitung für Spanien», 1949, y editada por la Asociación de Estudios Reusenses, en 1953, con el título “Cincuenta y cinco años de investigación en España”), pero en compensación destaca la amplia documentación sobre su obra, recogida exhaustivamente, desde 1890 hasta su muerte, por Pericot, que ofrece grandes posibilidades de investigación.

En al amplio y profundo análisis que el editor científico hace de la obra de Schulten, siempre acompañada de una densa y prolija contextualización sobre la situación de la investigación española y de la psicología que rezuma el autor, hay que destacar los aspectos que más resaltan en su crítica: la de su pretensión de gran descubridor, el componente racista de su modelo simplista, que se mantuvo refractario a los cambios e innovaciones, y, como consecuencia de todo ello, el rechazo a su obra y a su persona.

Gran descubridor

Los años en que Schulten llega a España está en auge el iberismo, como referente nacional de la época, a ello había contribuido el hallazgo de la Dama de Elche, en 1897, su adquisición por el Museo del Louvre y la publicación de P. Paris (1903-1904), este ambiente ayuda a entender la atracción que suscita la Península, en general, y el interés por la ciudad de Numancia que, con su componente simbólico, se adscribía entonces también a este marco cultural ibérico, en su variante celtibérica, como podemos ver en las diferentes publicaciones, destacando la tesis doctoral de Blas Taracena, que llevará el título de la “La cerámica ibérica de Numancia” (1924). Aunque ya con antelación, tanto los estudios filológicos (Humboldt 1879), como las excavaciones arqueológicas, de principios del siglo XX, habían mostrado la presencia de restos, identificados con lo céltico, en el Norte y la Meseta, incluida la propia Numancia (Wulff 2003 b:24).

Schulten asume el papel de gran descubridor romántico e individualista, al estilo de Sliemann en Troya o Micenas, atribuyéndose el hallazgo, como en el caso de Numancia, aunque no fuera él quien la hubiera descubierto o, en ocasiones, se imagina lo que encuentra en vez de hallarlo de verdad, como ocurre en su trabajo sobre Tartessos, proyectado en pasado como una Atlántida, uno más de los paraísos soñados (Wulff 2003 a: 200).

Sin duda alguna, podemos citar como paradigmático el caso de Numancia, ya que al primer día de haber iniciado los trabajos se presenta como su descubridor: “Después de pocas horas aparecieron cosas notables: tan pronto como las zanjas llegaron por debajo de la negra capa de humus con restos romanos, apareció una tierra rojiza, que no era otra cosa que desechos de adobes que un intenso fuego había convertido en polvo y teñido de rojo y en este detrito había fragmentos de aquello vasos ibéricos. No había duda bajo la ciudad romana yacía una ciudad más antigua ibérica destruida por el fuego: ¡Habíamos encontrado a Numancia!, “la hasta entonces en vano buscada ciudad ibérica de Numancia había sido hallada” (Schulten: 1953:18). Para nada tuvo en cuenta la inauguración del monumento a Numancia por el Rey Alfonso XIII (AA.VV. 1906), que coincidió con sus excavaciones, e ignoró a la investigación española, en este caso los trabajos de la Real Academia de la Historia (1861-1867), impulsados por Saavedra, que había aportado los argumentos científicos para situar Numancia en el cerro de La Muela de Garray (Soria), quien, además, le había facilitado la información para sus trabajos y que fue su valedor, cuando estalló el enfrentamiento entre Schulten y la intelectualidad soriana, impidiéndole que siguiera excavando en Numancia, fue quien consiguió que le dieran el permiso para continuar sus trabajos en los campamentos romanos y el cerco de Escipión (Mañas, 1983:293).

A esto hay que añadir sus malos modos, mostrados cuando se le reclamó que depositara los materiales, hallados en las excavaciones, en la Diputación; pero al día siguiente salían facturadas para Alemania las cajas. “Indignados cuantos españoles tuvieron noticia de su incalificable proceder solicitaron que se hicieran las excavaciones en Numancia por españoles”. Según la versión de Schulten, “tenían a mal que unos extranjeros hubieran descubierto el lugar célebre y reclamaban para España la continuación de las excavaciones. Unos exaltados pidieron el retiro inmediato de los extranjeros” (Schulten 1914). La contradicción entre el enfrentamiento con los intelectuales sorianos encabezados por el Abad, D. Santigo Gómes Santacruz.

No obstante, antes de regresar a su país Schulten y Koenen (arqueólogo especialista en campamentos romanos, que trabajaba con Schulten) fueron presentados a la Academia por el Señor Saavedra para exponer sus descubrimientos. En el Acta de esta sesión consta que el Sr. Schulten manifestó que “el objeto de sus excavaciones fue descubrir la ciudad celtibérica, que está debajo de la romana y no adyacente, como hasta ahora se había creído”. Este planteamiento sorprendería, años más tarde, a la Comisión de Excavaciones Arqueológicas de Numancia, ya que en su Memoria, de 1912, indica que en esta Acta “debe haber error material, por cuanto los hallazgos anteriores de cenizas y demás restos del incendio destructor de la ciudad celtibérica ocurrieron todos en el cerro, y que en éste se halló Numancia es punto sobre el cual nunca ofreció duda al Sr. Saavedra” (AA.VV. 1912:VIII; Mañas 1983:298)

Wulff interpreta que con su actitud de rechazo a todo lo que pusiera en duda su papel original y su esfuerzo, así como su cerrazón a aceptar nuevas interpretaciones y aportaciones de la investigación, trata de salvaguardar y mantener su imagen de gran descubridor, heroico y solitario, alcanzando su máximo exponente en su Tartessos. En este sentido, explica también sus frecuentes y largas estancias en España, ya que era aquí y no en Alemania donde, a parte de disfrutar del sol y la amabilidad, le permitían vivir el papel de gran descubridor que él mismo se había auto-asignado, que tenía como añadido la lucha contra la ignorancia ibero-africana española.

Racismo

En el propio título que Wulff da a su trabajo “Adolf Schulten. Historia Antigua. Arqueología y racismo en medio siglo de Historia Europea”, destaca “Arqueología y racismo”, muestra como Schulten estaba influido de las tendencias europeas que trataban de definir las “psicologías de los pueblos” (europeos y no europeos), y como mantiene la invariabilidad de los caracteres nacionales, cuyos orígenes arrancarían desde la prehistoria y la antigüedad, aseverando la continuidad de las esencias durante milenios, definiendo a esos pueblos para siempre, más allá de la historia.

Esta manera de pensar de Schulten, que puso en duda el concepto de la bondad intrínseca del individuo, es característica del final del siglo XIX,. Se trata de un tiempo presidido por el belicismo nacionalista y el colonialismo racista. Pero la concepción del racismo de Schulten no se concreta en una superioridad germano-alemana sobre el resto del mundo o en la reivindicación de la pureza racial, sino en su uso permanente como categoría de explicación histórica en el pasado y en el presente, lo que niega el cambio.

Planteamiento simplista y refractario a los cambios

Wulff relaciona la incorporación de Schulten a la investigación española con la situación de la España de la crisis del 98 y su espíritu de renovación, ya que, aunque había personas de altura científica, se acusaba la falta de una escuela homologable con otros países europeos, en las disciplinas relacionadas con el estudio del mundo antiguo (en el que los alemanes eran hegemónicos), esenciales en un proceso de modernización interna y competencia externa. Son las fuertes carencias, acusadas en todos estos cambios, durante el régimen canovista, en donde cave entender la presencia y el papel de los investigadores extranjeros (origen de los “hispanistas”) y el de Schulten, así como el lugar que él mismo se asigna.

Muestra como Schulten no es un autor de gran complejidad, ni en su obra, ni en sus posicionamientos ideológicos. Es un personaje decididamente conservador en todos los sentidos de la palabra. Desde sus primeros trabajos, no se adivinan cambios en la concepción del mundo o de la historia, a lo largo de medio siglo que duró su actividad. Pero estas innovaciones fueron muy significativas en las primeras décadas del siglo XX , a partir de 1900, con la ley García Alix que incluían nuevos planes en las Facultades y la exigencia de actividad investigadora en ellas; bajo el gobierno liberal se iniciaba una apertura y renovación de la investigación, a través de la creación de la Junta para la Ampliación de Estudios e investigaciones Científicas (1907), la fundación del Centro de Estudios Históricos (1910), de la Residencia de Estudiantes. Se promulgaba la nueva Ley de Excavaciones y Antigüedades (1911), por la que se creaba la Junta Superior de Excavaciones y Antigüedades y Conservación de Monumentos Históricos y Artísticos. Se iniciaba una relativa profesionalización en el campo de la historia, tanto de personas vinculadas a instituciones oficiales (Academia, la Escuela Diplomática o las Universidades), como de otras que impulsan la reflexión de mejora desde fuera, como la Institución Libre de Enseñanza. No obstante, todavía, entre 1912 y 1933, el porcentaje de arqueólogos profesionales que realizaban excavaciones, solamente alcanzaba a un 39 por 100 (Díaz Andreu 1997:408).

Schulten ignora todos estos cambios, incluidos aquellos que tienen que ver con sus temas de estudio, a excepción de los relacionados con Numancia, aunque con tendencia a una cierta desvalorización. Parece como si todo este conjunto de cambios le hubiera llevado a una reacción inmovilista en sus concepciones conservadoras y autoritarias, como se observa en amplios sectores de la sociedad alemana y europea en general. Lo mismo le ocurre en el trato con los investigadores, excepto el que mantuvo con Bosch Gimpera (al que conoció ya de becario en Alemania) y su discípulo Pericot.

Rechazo de su obra y su persona

Para Wullf, que ya en trabajos anteriores sitúa a Schulten como historiador de segunda fila y cuyos enfoques y trabajos han sido demolidos por la crítica (2003 a:1999), entiende que esta actitud refractaria de Schulten a asumir los cambios de la investigación y los nuevos enfoques, ayuda a entender por qué en el momento en el que recibe los máximos reconocimientos, en la inmediata postguerra, es también cuando “los investigadores pagarían su desdén poniendo una distancia más explícita con una parte substancial de su obra y con su persona”, a lo que contribuyó cada vez más la fragilidad de sus planteamientos y la progresiva constatación de su desfase en relación con las nuevas tendencias arqueológicas.

A este cambio de consideración, en relación con su obra, también fue determinante su forma de trabajo, que se refleja en que a lo largo de más de medio siglo no formará prácticamente ningún discípulo. El primer homenaje científico que recibió fue en su setenta cumpleaños y en Barcelona, ni siquiera en su universidad. Así mismo, hace constar la inexistencia de una monografía sobre Schulten.

En Alemania no es especialmente aceptado y su credibilidad es cada vez menor, reflejándose en su escasa promoción a cargos y honores. No recibió ni vivo ni muerto un solo homenaje colectivo. En España su papel profesional fue más lucido y contó con la amabilidad de aficionados y admiradores, pero también acusará en su última época el distanciamiento de sus amigos tarraconenses, que Wulff relaciona con la progresiva pérdida de credibilidad de sus hipótesis sobre el origen etrusco de la ciudad.

El desfase de la obra de Schulten conllevó cambios en su valoración, mostrando sus limitaciones; así, Márquez Miranda en su libro “Siete arqueólogos, siete culturas”, titula el capítulo que le dedica: “Adolf Schulten y España. La invariable” (1959); también García y Bellido, pero más evidente es el cambio que en la valoración de sus obra hace su amigo Pericot en el prologo a este último libro “podemos, pues hablar, de él como de algo cuyo momento ya pasó”, aunque no deje de defenderlo. Tarradell, en 1975, marcará una nueva época en la visión de Schulten, ya que plantea como un anacronismo el estar en contra o a favor, abogando por el análisis ideológico de su obra, al señalar la necesidad de estudiarlo desde la perspectiva de su identificación con el nacionalismo español, denunciando la imagen de la continuidad de la España eterna que Schulten defiende.

Consideraciones

Creo que la primera experiencia en España, la de Numancia, marcó en gran medida la actitud de Schulten, no sólo en el campo de la investigación española, sino también en su relación con la sociedad. Fue una experiencia que nunca llegará a superar, llevó consigo siempre ese sabor agridulce de gran investigador y su rechazo por los intelectuales y la sociedad soriana, de ahí que sea significativo que este libro, Historia de Numancia, se lo dedique a la figura del Blas Taracena (Wulff no cita), al que conoció en Soria de joven estudiante y que será quien reciba las cajas de los materiales de sus excavaciones en Numancia (los recuperados en los campamentos están depositados en el Museo de Maguncia), devueltas desde Alemania, firmando el acta de entrega, siendo ya Director del Museo Arqueológico Nacional (Jimeno y Torre 2005:161). Nunca devolvió los materiales de los campamentos, que están depositados en el Museo de Maguncia.

La “NVMANTIA” de Schulten, su gran obra, de la que este libro es un resumen, con una excelente presentación, despliegue editorial y material gráfico ha sido y, en alguna medida (en la recopilación de los materiales de la ciudad y de los campamentos), sigue siendo referencia ineludible para los trabajos de Numancia, aunque las nuevas investigaciones que se llevan a cabo en este yacimiento arqueológico están cambiando muchos enfoques e incorporando nuevas bases al registro arqueológico (Jimeno y Torre 2005:215; Jimeno et al. 2005). Hay que diferenciar el tomo dedicado a la ciudad, en la que incorpora o “se apropia” de las investigaciones de la Comisión de Excavaciones de Numancia (AA.VV. 1912), pero han sido más cruciales los contextos hallados en los campamentos romanos monofásicos, como referencia cronológica precisa (Luik 2002).

La repercusión de Schulten en la investigación internacional se debe a que escogió el medio adecuado, insertando sus escritos en publicaciones de referencia, tanto alemanas, inglesas y francesas, para difundir Numancia y sus investigaciones, con lo que consiguió llegar al mundo culto internacional, sobre todo a través de su obra monumental que le consagró universalmente e hizo que su nombre esté superpuesto al de Saavedra. A su vez su resumen “Historia de Numancia” posibilitó la difusión de sus resultados, de forma generalizada. Este tipo de publicaciones no las realizó la Comisión Española de Excavaciones de Numancia, ya que divulgó sus resultados, un tanto desarticulados, en diferentes trabajos breves, incluidos en las Memorias de la Junta Superior de Excavaciones y Antigüedades, mostrando claramente las deficiencias de la proyección de la investigación arqueológica española en los ámbitos internacionales (prolongándose a lo largo del tiempo), lo que ha sido aprovechado por los investigadores extranjeros, dando a conocer internacionalmente las novedades españolas o realizando síntesis sobre el contexto europeo, ignorando frecuentemente los trabajos y la bibliografía española (Jimeno y Torre 2005:171).

Para finalizar, “Historia de Numancia” ha sido el libro de divulgación de referencia, casi único, hasta los años noventa, a través del cual se ha difundido el conocimiento de Numancia al gran público, un buen ejemplo de esa enorme influencia queda plasmado en el contenido histórico y los tiempos del relato de la última novela “Numancia” de José Luis Corral (2003) que ha tenido gran impacto editorial.

Bibliografía:

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