Anuario de Estudios Medievales, vol. 41/2, 2011

Por Teresa Vinyoles (Universidad de Barcelona).

    Nos hallamos ante un libro a través del cual podemos oír, directa o indirectamente, las voces de tres mujeres, distantes entre ellas en el tiempo, distintas por el papel que desempeñan en el libro, y evidentemente en la Historia. Conviene oírlas a las tres, cuyas voces se enlazan entre sí por medio de dos biografías encadenadas.

    La joven historiadora Ana del Campo Gutiérrez traza, con los ojos de hoy y con gran rigor histórico, la biografía de Mercedes Gaibrois y nos presenta la obra que Mercedes escribiera allá por los años treinta del siglo XX, dedicada a biografiar a María de Molina, reina de Castilla y León, que publicó la editorial Espasa-Calpe en 1936. He aquí a las tres mujeres: Ana y Mercedes, historiadoras; María, reina, esposa, madre y abuela de reyes.

    Empecemos por el principio. Siempre cuesta empezar y me ha gustado como Ana del Campo inicia la presentación de esta reedición de María de Molina describiendo el espacio privilegiado en el que fue escrito el libro, la biblioteca del matrimonio Ballesteros-Gaibrois. Ana del Campo nació en Logroño en 1978, donde realizó sus primeros estudios, cursó la carrera de Historia en la Universidad de Zaragoza, allí se doctoró con una tesis titulada Rituales y creencias en torno a la muerte en Zaragoza durante la segunda mitad del siglo XIV; ha obtenido diversos premios de investigación y ha escrito varios artículos, algunos sobre biografías de mujeres. La he visto trabajar con rigor, buscando y manejando la documentación para perfilar biografías femeninas.

   Inicia la biografía de Mercedes Gaibrois (1891-1960) destacando la influencia positiva de su primera educación en tierras colombianas, “el orden y el método se deben a tu primera maestra”, afirmación en la que estoy plenamente de acuerdo. A menudo yo misma he dicho que lo realmente importante lo aprendí de niña en la escuela. Mercedes Gaibrois, de su primera maestra, recibiría las herramientas de trabajo necesarias para investigar y escribir con maestría, además de una educación cristiana y su interés por la historia de las mujeres.

    Debemos a Mercedes Gaibrois su incursión en historia de las mujeres, en una época en que los libros de historia apenas hablaban de ellas. Investigó sobre diversas figuras femeninas de la realeza, muy especialmente destaca esta biografía de María de Molina (1264?-1321). No es fácil trazar una biografía, hay que saber llegar “al alma” del personaje, Ana del Campo ha sabido comprender los métodos y las razones de Mercedes Gaibrois, ha investigado en sus archivos, ha leído una cantidad importante de artículos dispersos, ahondado en los escritos y pensamientos de la biografiada, para presentarnos una convincente semblanza de la autora de María de Molina. Como afirma ella misma, se ha acercado a la mujer para comprender mejor a la historiadora. Mercedes Gaibrois se inició en su tarea de historiadora de la mano de su marido Antonio Ballesteros. La Historia y el amor se habían cruzado en su vida en 1910. Compaginó su maternidad con la investigación incansable en los archivos, de los que consultó 134 situados en diversos lugares, para redactar la Historia del reinado de Sancho IV, material que también utilizó para trazar la biografía de su esposa María de Molina. Se acercó a este personaje y a las demás mujeres que biografió con entusiasmo, y siempre a través de las fuentes históricas. Bebió de las fuentes inéditas, se obsesionó por los archivos, impregnó su obra de documentos. Escribió con fluidez, sus obras tienen gran valor literario. El mismo manejo de las fuentes y fluidez en la palabra escrita nos muestra la autora de su biografía en este prólogo que muy acertadamente titula “Mercedes Gaibrois de Ballesteros: del amor a la historia y de la historia al amor”.

    Destacamos que Mercedes Gabrois fue la primera mujer aceptada en la Real Academia de la Historia (1932), tras haberle negado el ingreso diez años antes. Asistió al Congreso Internacional de Ciencias Históricas de Paris (1950), realizando ciertos intentos de apertura, a pesar de su posición política cercana al franquismo.

    En su obra María de Molina nos ofrece una visión positivista, política, cronológica de los hechos; pero mantiene en todo momento el interés del lector por la excelente redacción y el frescor que dan al texto las fuentes directas utilizadas. Nos ofrece una recreación histórica ceñida a las fuentes, pero en la que puede oírse también la voz de la historiadora que nos muestra a menudo su valoración personal sobre los hechos y los personajes, y podemos recrearnos también en fragmentos de documentos, si bien la obra carece de notas críticas, notas que en cambio se agradecen en la redacción del prólogo.

    A pesar de los años transcurridos desde su primera edición, y de cierta visión de la historia que responde, como no podía ser de otra manera, al pensamiento y la época de la autora, en muchos aspectos esta biografía no ha sido superada. Este trabajo va más allá de contarnos la vida de esa reina, la valora y entra en la azarosa historia de Castilla; es decir la historia política, en estos complejos momentos del paso del siglo XIII al siglo XIV, con intrigas, bandos, infantas-niñas ofrecidas como moneda de cambio; príncipes, hermanos, tíos, sobrinos, primos, luchado por el poder. No hay un acercamiento a la sociedad, la economía o la cultura; pero se describen muy bien los entramados políticos de la familia real castellano-leonesa y de la alta nobleza que pretende interferir en los asuntos de la corona.

    En esta compleja situación la autora siempre logra situar a María de Molina en el centro de la escena. Nos presenta a una reina mesurada, acertada en sus decisiones y consejos, respetada por el pueblo, que luchó incansablemente para mantener a su hijo en el trono.

    Pienso que ha sido un acierto la reedición del libro, acompañado de la biografía de la autora. Como hemos dicho, es una obra sin notas críticas y de amena lectura, adecuada para una divulgación histórica de calidad. En pro de la divulgación, quizá hubiese sido interesante incluir la genealogía de los personajes de la familia real, protagonistas de la trama histórica, y una breve referencia a los personajes más relevantes. De todos modos creo que continúa siendo interesante la lectura de María de Molina. La viveza del texto, impregnado del frescor de las crónicas, nos ayuda a comprender la difícil convivencia de la nobleza castellano-leonesa entre ella y con la corona. María aparece como la figura central imprescindible, no solo en las relaciones de los miembros de la familia real entre sí y con la nobleza. También la autora tiene la pericia de colocar la figura de la reina castellana en el centro de las relaciones peninsulares: Jaime II de Aragón y Dionís de Portugal aparecen en esta compleja red de relaciones políticas, que forman parte de las relaciones familiares que se crearon entre los diversos estados ibéricos durante la edad media. Y es que en la vida de la reina María, como en la de tantas otras mujeres, no podemos separar la vida pública de la privada. Recomiendo vivamente su lectura, pero antes de adentrarse en la biografía de María de Molina, deben leer atentamente el prólogo; considero que es una lección de metodología histórica.

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