Andalucía en la Historia, núm. 37, 2012

Por JLT.
   En la vorágine de bicentenarios que venimos afrontando desde que en 2008 conmemoráramos el inicio de la guerra de la Independencia, este año 2012 le toca el turno a otra efeméride ilustre: los doscientos años de nuestra primera Constitución. El hito ha dado lugar a numerosos congresos y publicaciones, tantas que, en ocasiones, pueden llegar a despistar al lector interesado. Por ello, de entre todas ellas me parece necesario destacar la que ahora reseñamos, y no solo por la relevancia de su autor, que no necesita presentación, sino porque, tal y como indica el título, en el libro afronta los antecedentes y la gestación del código gaditano, esto es, lo que todo lector curioso necesita saber para entender cómo se llegó a 1812 y lo que solemnemente se proclamó aquel 19 de marzo.
   Tomás y Valiente publicó este texto casi al final de su vida, en 1995, un año antes de que un asesino de ETA acabara con su vida. Hasta entonces había desarrollado una brillante carrera universitaria, que dejó una profunda huella en todos sus discípulos y, paralelamente, una trayectoria jurídica que le llevó a presidir el Tribunal Constitucional entre 1986 y 1992, todo ello compaginado con una activa labor en defensa de las libertades y los derechos de los españoles, tanto en los años del franquismo como durante la transición, lo que le valió el respeto general desde todos los ámbitos públicos y el clamor de manos blancas tras su asesinato. De todo ello da cuenta Marta Lorente, discípula del autor, en un atractivo estudio preliminar que titula «Anotaciones a una autobiografía», en el que sigue el hilo de unas páginas autobiográficas que su maestro dejó inéditas a su muerte.
   En el texto, Tomás y Valiente, que escribía muy bien y sabía conectar con sus alumnos y sus lectores, va desgranando la historia de la formación del texto de 1812, desde una perspectiva comparada con la que era la cultura político-constitucional de las principales naciones de la época, y desentraña cómo se formó finalmente un código que pudo haber tomado caminos muy distintos y que, finalmente, dio lugar a la Constitución liberal que abriría nuestra agitada historia constitucional.
   Creo que en definitiva no se trata de un libro más de los que pueblan hoy los anaqueles de las librerías sobre nuestra primera Constitución. Felicidades a la prologuista y a Urgoiti Editores, que vuelve a dar una muestra del gran interés de su catálogo.

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