ABC Cultural, 7 de junio 2008

Por Ricardo García Cárcel.

José María Queipo de Llano, VII Conde de Toreno (1786-1843), es una de las figuras de la extraordinaria generación de asturianos que tuvo papel fundamental en el surgimiento de la España liberal. Su vida la conocemos bien, a través, entre otros, del gran especialista Joaquín Varela. Testigo en Madrid del Dos de Mayo, inductor de la resistencia en Asturias, embajador en Londres en nombre de la Junta Suprema de Asturias, articulador en Sevilla de la red de contactos que daría paso a las Cortes de Cádiz, el diputado más joven de las mismas, beligerante jacobino en su desarrollo, exiliado en Londres y sobre todo en París de 1814 a 1820, presidente de las Cortes, nuevo exilio desde 1822, vuelta a España en 1833, ministro de Hacienda y jefe de Gobierno en 1834, académico de la Historia en 1835, exiliado en 1836, retorno en 1837, diputado de Asturias, nuevo exilio en 1838, vuelta a España en 1839 y expatriación definitiva desde su vuelta a París. Una vida itinerante, con mucho más tiempo de exilio que de residencia en España. Exiliado, eso sí, de gran poder económico, con vida de dandi autosuficiente. Como político, fracasó, pero, como historiador, su legado fue su célebre Historia del levantamiento, guerra y revolución de España que empezó a escribir en 1827 y acabó en 1836.

Gran éxito. La obra tuvo un éxito extraordinario. En 1847 se hizo una segunda edición añadiéndole una serie de notas que había escrito el propio Toreno. En 1872 la BAE publicó una edición del libro con un estudio introductoriobiográfico de Leopoldo Augusto de Cueto. Ahora, en plena celebración del bicentenario de la guerra, Urgoiti ha dado a luz una edición de los 24 libros que cubre la obra desde 1805 hasta 1814 con sus apéndices y un excelente estudio introductorio de Richard Hocquellet.

Paralelamente, el Centro de Estudios Constitucionales había preparado una edición con estudio preliminar de Joaquín Varela, que finalmente, para evitar la simultaneidad de la oferta, se ha decidido ponerla en la red. Al mismo tiempo, Akrón, de León, publica un primer volumen de la obra de Toreno que cubre hasta 1808, avanzadilla del total de seis volúmenes (los cinco de la obra original más un sexto de información complementaria) que se proponen editar, con un estudio de Martínez Valdueza que sólo se hace eco de la polémica Toreno-Godoy.

Lugar de memoria. En espera de ver el desarrollo de esta edición, la publicada por Urgoiti nos parece un hito editorial extraordinario. Hocquellet, un joven historiador discípulo del gran hispanista fallecido F. X. Guerra y autor, por cierto, de un libro espléndido incomprensiblemente no traducido todavía (Resistence et revolution), presenta muy bien la génesis de la obra en el marco de la trayectoria ideológica desencantada de Toreno, nos refleja sus aportaciones (su galería de personajes odiados -Godoy, Montijo, Francisco de Palafox, Infantado, generales Romana, Ballesteros, De la Cuesta y Castaños- y admirados -Jovellanos, Espoz y Mina, Muñoz Torrero y Lequerica-), su metodología rigurosa y bien documentada, «al borde del positivismo», y subraya la valoración positiva que le merece el «deseo de imparcialidad» de Toreno, el significado de la obra como «lugar de memoria» entre la abundante bibliografía sobre la guerra, la capacidad para articular el discurso nacional y el discurso liberal (nación y revolución) en el marco de la confrontación con los franceses. Deberían matizarse, eso sí, algunas afirmaciones de Hocquellet. Convendría recordar que el eje ideológico de la obra de Toreno (el levantamiento nacional conduce inexorablemente a la revolución) es reduccionista porque el camino de la revolución fue solo uno de los muchos posibles que condujeron de 1808 a 1812.

El reto mayor que tiene la historiografía hoy es superar precisamente el paradigma determinista de Toreno analizando las otras vías de transición larvadas en los levantamientos de mayo-junio de 1808. Me han parecido insuficientes las páginas dedicadas por Hocquellet al estudio de la incidencia de la obra de Toreno en la historiografía española del siglo XIX (olvido de la obra de Bofarull) y muy discutibles sus observaciones sobre la historiografía de los últimos años (Suárez, Artola, Fontana). Matices éstos que no enmiendan lo dicho. Estamos ante una excelente edición de la obra más clásica sobre la Guerra de la Independencia.

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